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CRÍTICA 'Desde allá'

El amor en la otra esquina

Desde allá, sorprendente ganadora del León de Oro en el Festival de Cine de Venecia 2015 (más por lo desconocido del nombre de su director que por su verdadera valía, que es mucha), es una brutal historia de amor que no se atreve a decir su nombre, protagonizada por uno de esos destructivos romances homosexuales que desde el inicio se sabe que no van a llegar a nada, pero que también son imposibles de olvidar o abandonar. Sus protagonistas, Armando (Alfredo Castro), un hombre de mediana edad, y Elder (Luis Silva), un joven que trabaja en un taller de reparación de coches, se conocen en una calle de Caracas, pero bien se podían haber conocido en cualquier otra ciudad del mundo, pues sus miradas parecen destinadas a juntarse o, más bien, a golpearse.

Lorenzo Vigas, nacido en Mérida, Venezuela, director de Desde allá, ofrece una descarnada visión de la odisea de vivir en la Venezuela de Nicolás Maduro. La violencia, verbal, física o puramente visual, se masca en cada plano, en cada situación. Vigas golpea las retinas del espectador al mismo ritmo que sus personajes son machacados por la vida. Es razonable comparar temáticamente Desde allá, con la película de Barbet Schroeder La virgen de los sicarios: ambas tratan sobre asuntos como la homosexualidad, la soledad, la diferencia de clase y la violencia cotidiana, una forma de violencia muy difícil de sobrellevar y aún más dura de erradicar.

Pocas veces una puesta en escena y un estilo han hablado con tanta elocuencia de los seres humanos retratados en una pantalla. Vigas filma a Armando y Elder atrapados en una existencia gris hecha de carencias y deseos ocultos, pero lo hace desde el punto de vista de una cámara impasible, en rigurosos, imperturbables primeros planos que se erigen en la más elocuente metáfora visual del estancamiento y de la parálisis de sus vidas. Podría pensarse que estamos ante un mero ejercicio de estilo o un sórdido cul de sac de asfixiante atmósfera y fría contemplación, pero no es el caso. La profunda mirada de Vigas, su dirección minimalista basada en conseguir más haciendo menos, configuran un eficaz retrato que acierta a conjugar frialdad y dulzura a la manera de un Pasolini latinoamericano.

En Desde allá, Vigas logra lo difícil: explicar la realidad, oscura, de un país a través de un pequeño romance, muy grande después de todo. Equilibrio, contención, buen ritmo, sensibilidad (¡qué sensibilidad la de Vigas!), se cuentan además entre los muchos méritos de esta película, escrita por Guillermo Arriaga (guionista de la primera etapa del director mexicano Alejandro González Iñárritu) y el propio director. Quizás algún detalle sea mejorable (como el giro último del guión), pero no hace sombra al conjunto de esta película claustrofóbica y ensimismada, sí, pero ante todo surgida de un hacedor de imágenes de primera magnitud.

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