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Papel vegetal

¿Y si todo hubiese sido una treta?

Y si todo hubiese sido en principio sólo una treta? ¿Y si Boris Johnson, la cabeza más visible entre los tories del campo del brexit, no hubiese pretendido el resultado que salió en el referéndum?

¿Y si lo único que pretendía con su juego táctico era que saliese un porcentaje a favor de abandonar la UE sólo ligeramente por debajo del 50 por ciento y se vio al final sorprendido por la mayoría alcanzada?

¿Y si el ambicioso Johnson sólo quería mejorar sus posibilidades en la carrera por suceder como primer ministro a su correligionario David Cameron y utilizó astutamente la consulta sólo para ganar puntos entre los euroescépticos del partido?

El exalcalde de Londres y tan popular como excéntrico dirigente tory no se había distinguido en efecto antes por tan rabioso y visceral antieuropeísmo como del que hizo gala durante la campaña a favor del brexit.

Y es significativo que, si en algún momento de la misma llegó a calificar a la Unión Europea de "monstruo antidemocrático", en una de sus bien remuneradas columnas para The Daily Telegraph adoptase un tono muy distinto.

"Nunca subrayaré lo suficiente que Gran Bretaña es parte de Europa y que siempre estará ahí", escribió el admirador y biógrafo de Winston Churchill: de un Churchill que afirmó en su día que los británicos estaban "con Europa", pero no eran "de" ella.

"Los derechos de los ciudadanos de la UE en este país (Reino Unido) seguirían intactos" y que lo mismo valía para los británicos que residen en la Unión Europea", aseguraba también Johnson en su artículo para el diario conservador.

Y añadía que Gran Bretaña quería seguir formando parte del Mercado Interior de la Unión Europea, obviando el hecho de que ello equivale a reconocer no sólo el libre movimiento de mercancía de servicios, sino también de trabajadores, algo que rechazan los partidarios del Brexit.

Lo único que cambiaría, según Johnson, es que el Reino Unido dejaría de estar sometido a la "extraordinaria y opaca legislación" emanada de Bruselas, lo que permitiría al pueblo británico recuperar el "control democrático" de la inmigración.

Además, el dinero que se ahorrase al no tener que seguir con los pagos a Bruselas podría servir un día para una mejor financiación del Servicio Nacional de Salud. Esto lo decía el dirigente de un partido que no ha dejado de destruir la sanidad pública en beneficio del sector privado.

Está claro que si Europa sigue interesando, y mucho, a Johnson y otros tories como él, estén o no en el campo del Brexit, es sólo como libre mercado para las mercancías y los servicios, en especial los financieros.

Pero sin la servidumbre de los pagos que tiene que hacer regularmente Londres a Bruselas como contribuyente neto que es y recuperando el pleno control de sus fronteras para decidir a qué inmigrantes admitir o no.

Mientras tanto ya ha comenzado en relación con el referéndum una especie de ceremonia de la confusión: resulta que no es legalmente vinculante aunque se afirma que sería políticamente inaceptable que el Gobierno no lo tuviera en cuenta.

El Parlamento es mayoritariamente favorable a la permanencia del país en la UE a diferencia de lo ocurrido entre los votantes, y quien suceda a David Cameron como primer ministro podría decidir esperar hasta que la Cámara de los Comunes se pronunciase.

Se trataría de ganar tiempo frente a la impaciencia mostrada por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y varios jefes de Gobierno, entre los que significativamente no figura la canciller alemana, quien no parece dispuesta a presionar demasiado a Londres.

Tiempo que sin duda aprovecharía el próximo gobierno británico para conseguir, como ha intentado siempre, de Bruselas las mejores condiciones posibles para su futura relación con la UE.

Eso si no se convocase una nueva consulta popular para que los británicos volvieran a votar con mayor conocimiento de causa de las consecuencias económicas y políticas de la salida.

Consecuencias estas últimas tan traumáticas como el posible final del Reino Unido si los escoceses -y acaso también los norirlandeses- optan por seguir en Europa y reclaman la independencia.

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