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Crónicas galantes

Hacienda y Google: duelo de titanes

El ministro Montoro ha enviado sus fuerzas fiscales de choque para que investiguen a Google, empresa moderna, cool y llena de bondades tecnológicas que hasta no hace mucho se regía por el lema: "No seas malo". De Hacienda no se salva nadie, por lo que se ve.

Estamos ante un duelo de titanes o, para ser exactos, de fisgones. De una parte, el Fisco ejerce como omnipotente brazo recaudador del Estado que lo sabe casi todo de nuestras cuentas y a menudo nos las ajusta mediante una declaración paralela. De la otra está Google, un inquisidor igualmente poderoso que conoce con precisión los hábitos de sus usuarios, sus aficiones, sus compras y hasta sus desplazamientos, dependiendo de qué servicios utilicen. Y eso incluye a todos los que navegamos por la mar incógnita de Internet.

Cierto que la propia empresa, en su afán de no ser malvada, les permite a sus clientes ver lo que sabe de ellos y, si lo desean, borrar sus rastros. Lejos de curiosear en la vida privada de la gente, lo único que le interesa es conseguir la información de sus preferencias para vendérsela a los anunciantes de cualquier clase de mercancías o servicios. Google no hace sino confirmar la máxima de Michail Bletsas, gurú del MIT, según la cual "si te ofrecen algo gratis es que tú vas a ser el producto".

La investigación que Hacienda ha abierto ahora a Google revela, a su vez, hasta qué punto llevaba razón Benjamin Franklin cuando afirmó que lo único seguro en esta vida son la muerte y los impuestos. Ni siquiera la multinacional que más sabe de nosotros ha podido librarse del ojo escrutador del Fisco, representado a la sazón en España por Cristóbal Montoro.

Temible aunque esté en funciones, el mandamás de los tributos le ha mandado sus Eliot Ness al gigante de la Red para que averigüen si es cierta o no la sospecha de que paga a la Hacienda irlandesa -mucho más barata que la española- por los ingresos que obtiene aquí. Montoro no se fía de la divisa: "No seas malo" y quiere comprobar si Google pudiera estar incurriendo en delitos de evasión fiscal y/o fraude.

Muy a su pesar, la multinacional ha descubierto que para Hacienda todo el mundo es sospechoso mientras no se demuestre lo contrario. Google ya había tenido sus quisicosas con las autoridades tributarias de Francia y el Reino Unido; pero ahora ha de enfrentarse en España a un dóberman de la acreditada tenacidad de Montoro.

Quizá para que sus víctimas sepan con quién se están jugando los cuartos, el ministro ha hecho coincidir la inspección a Google con la publicación de un listado de los morosos de clase Premium que le deben más de un millón de euros a la Agencia Tributaria. Ahí aparecen, en un remedo de la picota medieval, los nombres de famosos exbanqueros, futbolistas, ases del motociclismo, empresas varias y hasta el gobierno de una comunidad autónoma que, sorprendentemente, no cumple sus deberes con el Fisco.

A esa lista de puferos expuestos a la vergüenza pública podría unirse ahora el nombre de la empresa que domina las búsquedas en Internet y, por tanto, compite ventajosamente con Hacienda en la técnica de husmear la intimidad de sus clientes. Incluida tal vez la de Montoro, claro está.

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