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Cartas a Gregorio

Manuel Ojeda

De pronóstico reservado

Querido amigo, vivimos en un país de pronóstico reservado, Gregorio. La gente no hace lo que dice ni dice lo que hace, y es por eso que las encuestas electorales se equivocan más que Carmen Sevilla en las campanadas de fin de año.

Resulta que, a pesar de estar en una situación grave de desequilibrio social y económico, votamos a un partido de derechas para que siga con sus políticas neoliberales de recortes sociales, mientras la izquierda, que quería aprovechar el tirón de la injusticia y la corrupción aparece desdibujada, con un partido socialista que sigue a la baja y con los que creían que unidos iban a poder y no pudieron, para acabar divididos y debilitados.

Pues sí, Gregorio, en España manda y se mantiene la derecha, no como a mi amigo Leocadio, que se encontró bloqueado en una caravana a la entrada de Telde producida, al parecer, por un accidente que inhabilitaba el carril de la izquierda y, después de esperar un buen rato llegó a la altura del guardia que intentaba agilizar la circulación que le dijo: "Mantenga la derecha, señor, mantenga la derecha", y él le contestó: "Qué más quisiera yo, señor agente, qué más quisiera..."

Cuando la juventud del 15M se concentró en Sol, su intención no era la de formar un partido político, lo que pretendían era reivindicar un gobierno que fuera representativo de la ciudadanía. No querían ser dirigentes políticos, lo que demandaban era la atención de los que quieren serlo para imponer el criterio de los que representan.

Fue entonces cuando Pablo Iglesias, tomando la voz de aquella manifestación multitudinaria, vino a canalizar ese impulso. Por un momento pensábamos que Podemos representaba esa opinión que reivindica las necesidades de la sociedad sin la dependencia de disciplinas de partido. Parecía que Iglesias podría llevar al debate político las necesidades reales de los ciudadanos. A nadie le importaban, entonces, las preferencias personales del politólogo ni que se dedicase a asesorar a gobiernos de cualquier tipo si eso era lo que, como profesional, tenía como oficio.

Por eso que, cuando decidió asociarse con el partido de Alberto Garzón para formar Unidos Podemos, sus seguidores vieron en él a uno más entre los que se dedican a defender su ideario político sin considerar las conveniencias de una sociedad que no entiende de doctrinas ni fidelidades de partido.

Lo que más me apena son los jóvenes, sobre todo los que votaron por primera vez animados por un proyecto tan ilusionante como el que predicaba Podemos.

Pensarán ahora que todo aquello era una utopía y, agachando la cabeza ante sus mentores, tendrán que soportar el "Ya te lo había dicho, que con esos perroflautas no se va a ninguna parte...". Ese es el mayor daño que Pablo Iglesias y su partido le han hecho a nuestros jóvenes, que ahora van a necesitar mucho tiempo para volver a creer en la política.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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