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Reflexión

Los bancos deberían volver a sus negocios aburridos

La creencia de que los mercados pueden cuidar de sí mismos y de que por tanto los gobiernos no deberían inmiscuirse, ha traído como consecuencia la mayor intervención del mercado que conoce la historia. La desregulación permitió una actividad financiera desenfrenada y dio pie a la creación de ingentes cantidades de "dinero bancario". La masa monetaria global creció desde los 25 billones hasta los 70 billones de dólares durante los siete años previos al crac de 2008 a un ritmo incomparablemente más rápido que el crecimiento de la economía real. Las pirámides de "dinero privado" que se amontonaban en los mercados financieros internacionales a bajo interés eran un señuelo demasiado apetitoso para los responsables de la banca comercial, quienes acudieron a esos mercados a financiarse a bajo coste y a corto plazo, para otorgar préstamos a largo. Se trastocaba así la esencia de la actividad bancaria clásica, los bancos se lanzaron a la carrera del crecimiento y la globalización. Su actividad estuvo marcada por la primacía del beneficio a corto plazo, en perjuicio del servicio al cliente y a la sociedad. Me limitaré a citar un ejemplo: En el primer trimestre de 2001, un siglo después del inicio de sus operaciones, los activos del banco Citigroup ascendían a un billón de dólares. Seis años después, en 2007, esa cifra se había multiplicado por dos. Los ratios de endeudamiento de esa entidad habían pasado de 21 a 1, en el primer trimestre de 2001, a 33 a 1 a mediados de 2007, lo que significa que sólo uno de cada 33 dólares de sus activos estaba financiado con recursos propios. Los países que tenían el control de su política monetaria pudieron reaccionar a tiempo cuando el "dinero bancario" se convirtió en ceniza: el 3 de octubre de 2008 se aprobó por el Congreso de los EE.UU. el Troubled Asset Relief Program (TARP). Lo mismo sucedió en el Reino Unido, donde el 8 de octubre, el primer ministro Brown anunció un plan de apoyo a los bancos británicos. En la zona euro solo se adoptó "un enfoque coordinado". Los Jefes de Estado y de Gobierno de los países de la moneda única acordaron, el 12 de octubre de 2008, un plan global de apoyo al sistema financiero de la zona euro. El documento aprobado en esa cumbre sólo se refería a las grandes acciones en las que los Estados estaban de acuerdo, pero no se decidió ninguna actuación ni desembolso concreto. En consecuencia, los Estados de la zona euro, al haber renunciado a ese elemento de su soberanía, se vieron zarandeados por los mercados financieros, que se habían convertido en la única fuente de financiación de sus déficits fiscales. Pero la realidad se ha vuelto a imponer, y también la banca italiana ha tenido que acudir a las ayudas públicas en forma de una inyección de capital de hasta 40.000 millones de euros y 150.000 millones más en avales del gobierno. La Comisión Europea autorizó el pasado domingo 27 de junio al Ejecutivo italiano estas medidas para apoyar a las entidades financieras. Persiste el riesgo, especialmente en Europa, de que alguno de los grandes bancos cuyas dimensiones son excesivas para acudir a su rescate acabe quebrando. Si esto sucediera, el coste social sería de una dimensión impredecible. No parece que existan capitales que puedan contener una nueva crisis, que probablemente se producirá, mientras no se pongan límites efectivos al tamaño desmesurado de algunas instituciones financieras. Deustche Bank cuenta con activos por importe de 1,7 billones de euros, mientras que su exposición al riesgo en derivados sobre materias primas es de 57 billones. El PIB alemán asciende a 3 billones y el de la zona euro a 11 billones, lo que significa que ni en Alemania ni en toda Europa habría capacidad de acudir a su rescate en el hipotético escenario de que se precipitara su caída. No hay pruebas de que los grandes bancos sean más eficientes por economías de escala. Los enormes beneficios de la banca no fueron causados por la eficiencia de los mercados, sino por las burbujas de activos financieros y por el enorme apalancamiento con el que trabajaban las grandes entidades. Los bancos deberían volver a los "negocios aburridos", a las actividades bancarias tradicionales.

(*) Doctor en Derecho. Universidad Int. de Canarias

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