La Provincia - Diario de Las Palmas

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Faycán

El viaje de nuestra vida

Si analizamos con calma y paciencia, vemos que nuestra vida es como un viaje en tren o en guagua, lleno de embarques y desembarques, de estaciones y andenes, donde suben y bajan todo tipo de personas. Cuando viajamos en guagua o en tren podemos encontrarnos con personas amables, chistosas, quienes nos ayudan a que nuestro periplo sea más placentero. Lamentablemente, cuando estas personas se bajan en alguna parada del recorrido, nos dejan un mal sabor de boca y nos quedamos muy tristes, echando de menos su compañía y cariño, y el afecto que nos han regalado. Pero, a pesar de todo, nuestro viaje debe continuar con la misma ilusión y actitud positiva que cuando nos subimos a ese tren, pensando que en cualquier estación podemos conocer a otro compañero que nos hará el viaje más agradable. Ya lo dijo el célebre predicador San Bernardino de Siena, del siglo XV: "Ninguna cosa de este mundo permanece estable". Durante el largo viaje del tren o guagua subirán muchas personas de diferente procedencia, tan dispares como nuestra vida familiar, social y profesional, que, en muchas ocasiones, se convierten en amigos de viaje, con los que terminamos compartiendo ilusiones, alegrías, tristeza y esperanza. Muchos de ellos nos dejan su dirección para que algún día podamos vernos y no perder el contacto. Como es lógico y normal, con los años, la mercancía del tren se deteriora, como las personas, y debemos llevarlos a los talleres, como nosotros vamos a los médicos, y, por tanto, salir de la vía por un corto espacio de tiempo. El gran misterio de este viaje es que no sabemos en qué estación nos toca bajarnos para siempre, por lo que debemos tratar de hacer cada día y cada kilómetro siendo buenas personas, procurando ser felices y hacer dichosos a los que nos rodean, porque la vida se vive una vez. La felicidad consiste en ser felices con lo que tenemos y con lo que somos. Da igual si haces tu viaje en un AVE o en un lujoso Transiberiano, las aguas de oro son las mismas: ser felices y hacer felices a los demás. Siempre debemos tener presente que los valores morales, los sentimientos y la solidaridad con nuestros congéneres son claves en nuestra vida. Deberían ser el combustible que mueve el tren de nuestra vida. No debemos olvidar que nuestros compañeros de vagón son todas las personas, familias y amigos que nos rodean y que cada día viajan con nosotros. Y nunca, nunca, debemos dejar de tener presente que el recorrido lo hacemos una vez sola y con billete de ida. Hagamos que todo sea inolvidable, porque la vida es un maravilloso sueño? hagámoslo realidad.

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