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Crónicas galantes

Gallegos por Júpiter

Llega estos días sin novedad a Júpiter la nave Juno, que ha invertido cinco años en hacer el trayecto desde la Tierra hasta allí y ahora le dará treinta vueltas a ese planeta antes de estrellarse contra su superficie. Hay que ver qué cosas tan raras hacemos los terrícolas en el espacio. De Juno se espera que proporcione a la ciencia astronómica algunos datos de interés. El artefacto sondeará si Júpiter fue en su origen una supertierra, husmeará en la composición de su atmósfera y tratará de averiguar si en su interior hay agua suficiente para llenar un par de embalses. Son misterios que apasionan a los científicos; aunque tales enigmas no despierten gran curiosidad entre las gentes del común, que somos casi todas. Tanto da que sea el planeta más grande del sistema solar en el que vivimos o que lo adorne una mágica capa de gases. Con eso no se hace una película como Dios manda y el público demanda. Lo que la audiencia quiere es saber si en su superficie viven jupiterinos dotados de antenas para comunicarse con nosotros: y eso, por desgracia, no está entre las tareas asignadas por la NASA a la sonda Juno. Como mucho queda la posibilidad de que seres de otros planetas hayan llegado a Júpiter por algún misterioso y hasta ahora desconocido azar de la Historia del Universo. Algo semejante se había especulado tiempo atrás, cuando un grupo asturiano sugirió la existencia de un gallego en la Luna. Nuestro paisano habría llegado allí desde Ferrol para "calentar a las marcianas" (se referían a las lunáticas) y con el propósito un tanto excesivo de animarlas a "votar a Fraga".

La Luna, mero satélite, está bastante más cerca que Júpiter, lo que daría ciertos visos de verosimilitud a la hipótesis. A ello conviene añadir que Galicia es un lugar particularmente bien dotado para la marinería y la emigración, a tal punto que algún investigador sostiene que grupos de pescadores gallegos y noruegos le madrugaron a Colón el descubrimiento de América. Al parecer, el patrón de pesca al mando de las naves era un viticultor de Cambados que aprovechó el viaje para introducir el Albariño allá por tierras de Ultramar. Esa vocación transoceánica y tal vez astronáutica de los gallegos avala la teoría según la cual pudiera estar viviendo ya un vecino de este reino en la Luna. Infelizmente, habrá que esperar a que se desclasifiquen los archivos de la NASA referentes al primer viaje de Neil Armstrong para comprobar si aquel astronauta pionero fumaba a su vuelta rubio de batea y había desarrollado o no una inexplicable afición a las nécoras.

Como quiera que sea, la Luna se nos ha quedado ya antigua en los mapas espaciales. Lo que se lleva en la actual temporada astronómica son los viajes a Marte, que pronto estarán a la venta en los grandes almacenes; y preferiblemente a Júpiter, planeta al que la sonda Juno acaba de llegar tras su larga travesía de un quinquenio. De momento no hay noticia de que los sofisticados sistemas de grabación de la nave detectasen la presencia de gaitero alguno sobre la superficie jupiterina; pero es que estamos en la primera fase de observación y aún queda mucho por ver. Si ya anduvo por esas galaxias de Dios un cosmonauta de apellido Caldeiro, no es cosa de que nos descorazonemos con los primeros hallazgos de Juno. Por Júpiter que todo puede ocurrir.

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