Estamos en plena vorágine de pactos para alcanzar una mayoría suficiente que permita la investidura porque un acuerdo estable, para toda la legislatura, se me antoja bastante improbable.
Tras el panorama que dejan las últimas elecciones que nadie en el Parti- do Popular piense que va a ser un camino de rosas. A pesar de que queda meridianamente claro que los populares han ganado las elecciones van a tener que sudar la camiseta para convencer, a base de concesiones lo suficientemente atractivas, tanto a Ciudadanos como al PSOE.
Algunos "peperos" gritaban el día de las elecciones aquello de "¡PSOE ... saluda al campeón!", pues a pesar de los cánticos van a tener que hacer un alarde de imaginación para conseguir convencer a los otros dos partidos constitucionalistas no sólo para salvar los muebles, sino para que el gobierno que salga sea lo suficientemente estable para abordar una legislatura que se plantea más que difícil.
El presidente en funciones Mariano Rajoy va a tener que sudar tinta china hablando de reforma constitucional y laboral, así como de educación y pensiones, haciendo todo compatible con la unidad nacional. Negociar, negociar y negociar es lo que toca. Frente a esto el problema al que se enfrentan los actuales dirigentes socialistas será cómo desde la oposición podrán venderle la burra a su electorado, sin perder el liderazgo de la izquierda.
Es evidente que los gobiernos en minoría son bastante frecuentes en Europa y nadie se rasga las vestiduras, aunque por aquí no estamos acostumbrados a esta situación y, lo que no es menos cierto, que a la fuerza ahorcan.
Los más afamados politólogos, esos mismos que por cierto no dieron ni una en las encuestas de las últimas elecciones, se han dedicado a hacer las más variopintas combinaciones metiendo a todos los partidos en una coctelera y agitándola a la espera de que salga lo imposible por ingobernable.
Entre tanto, una vez más, los sufridos ciudadanos se miran con cara de espanto ante tanta incompetencia para poner remedio a los males que aquejan a España que no son otros que se sigan anteponiendo los intereses partidistas a los generales.
Los actuales dirigentes dan la impresión de no estar pensando demasiado lo que dicen e impiden de esta manera crear un clima propicio para que el diálogo sea fluido.
No sé cuánto va a tardar Podemos en fagocitar al PSOE, yo espero que mucho, pero lo que sí es de justicia es el reconocimiento tanto a este partido como a Ciudadanos por haber propiciado una regeneración y limpia de los partidos tradicionales pero, hasta ahí, pues se ha demostrado que tomar el cielo por asalto o a base de cal viva no es la mejor recomendación para llegar al poder a no ser que seas griego o portugués. Mucha gente ha utilizado la palabra miedo de forma negativa pero siempre se ha dicho que el miedo es libre y muchos de nosotros lo utilizamos en defensa propia ante un sunami que lo arrase todo.
El valor no es la ausencia del miedo, más bien es la opinión de que otra co- sa es mucho más importante que el miedo.
