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Cine Mi amigo el gigante

Spielberg-nada

Muchas veces se nos pasa por alto la importancia de Steven Spielberg como cineasta: un autor que salta entre géneros, que dispone de grandes presupuestos y que, sobre todo, no para de trabajar. Después de Tintín o War horse y con el añadido de la estupenda El puente de los espías, estrena ahora otra película familiar, Mi amigo el gigante, basada en un libro infantil de Roald Dahl. Una niña huérfana es capturada por un gigante bueno (Mark Rylance), que se niega a zampársela como en cambio sí hacen sus congéneres.

Las aventuras de la niña y su amigo con descubrimientos, peligros (una escena magnífica entre coches) y gags, es lo que ofrece el filme de Spielberg. Aún considerándolo una rareza dentro de la filmografía del cineasta, la sensación permanente es de fracaso. Cuando todo se deja en manos de la animación digital (de ahí es de donde salen los enormes seres), la fotografía o la dirección artística puede ocurrir que quede una película vacía. Este es el grave bache que se encuentra la cinta y que ni siquiera el buen hacer de Rylance, la chiquilla protagonista o un gigante brutal que dobla el gran Jemaine Clement (Flight of the conchords) son capaces de solucionar.

Como en el cuento de Dahl, al final quien lo arregla todo es la Reina de Inglaterra. ¿Quién si no? En este último tramo quizá se encuentre lo más divertido de toda la película, con el gigante paseando por palacio y tropezándose con todo. La única maldad que se permite el guión es mostrarnos a la soberana tirándose un pedo, una escena cómica que Spielberg resuelve con maestría. Es una pena que el resto no le acompañe.

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