La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Perspectiva

Hombres mejorados con chips

La serie televisiva Black Mirror es una escalofriante reflexión sobre el impacto de la tecnología digital en nuestras vidas. En el último episodio emitido hasta la fecha, un elemento clave de la historia (no les hago spoiler, tranquilos) son los llamados "Ojos Z". Estos globos oculares, cuyo aspecto exterior resulta indiferenciable de los reales ojos humanos, ofrecen al usuario algunas de las funciones que ahora tenemos en nuestras terminales de teléfonos móviles, como grabar imágenes o "bloquear" a las personas indeseadas. En la serie se ve cómo funcionaría el "bloqueo" con ese dispositivo aún por inventar, los "Ojos Z": tras accionar esta función, la persona bloqueada se convierte en una silueta borrosa en nuestro campo de visión. Ya no le puedes ver el rostro, ni escuchar sus palabras, que te llegan distorsionadas. El bloqueado tampoco puede verte ni escucharte. Lo has borrado del mapa. No hay manera de comunicarse. Salvo que te arranques los "Ojos Z" y te pongas los ojos que el humano lleva de serie. Las pesadillas tecnológicas de Black Mirror basan gran parte de su atractivo en que se desarrollan en un futuro muy cercano, tecnológicamente más avanzado, pero cuyo aspecto cotidiano es casi igual al nuestro de hoy en día. Nos muestran cosas que podrían estar pasando. Y de hecho, en cierto modo, ya están pasando. Según datos de la agencia France Presse ya hay 10.000 personas en el mundo que se han implantado en el cuerpo (especialmente en la mano) pequeños chips para interactuar con distintos aparatos electrónicos conectados. Esa cifra la aportó Dangerous Things, la primera productora mundial de estas conexiones del tamaño de un grano de arroz. El coste no es caro: entre 50 y 100 dólares, más otros 150 por la colocación en el cuerpo. Como es un asunto que no está en absoluto regulado, en Estados Unidos, el implante, mediante una especie de inyección, corre a cargo de los tatuadores. El último "ciborg" humano es un ingeniero de software de Minneapolis llamado Tom Shank, al que la CBS ha dedicado un reportaje. Lleva ya cuatro implantes. Le permiten abrir la puerta de su casa, controlar su ordenador o activar su teléfono móvil. "Estoy esperando a que esta tecnología haga posible que en adelante ya no tenga que llevar encima cartera, tarjeta de crédito o claves", indica emocionado. "Creo que nos estamos moviendo más y más hacia la internalización de la tecnología", añade. Este tipo de implantes, denominados NFC por sus cifras en inglés de "comunicación de campo cercano", son ideales para el intercambio de información instantánea entre dispositivos, y funcionan cuando éstos se encuentran a menos de 10 centí- metros. El circuito se basa en la creación de un campo electromagnético que permite la conexión del lector y el chip receptor. En 2014, el llamado movimiento "Transhumano" (que postula un ser humano mejorado con la tecnología) empezó a organizar "implant parties", en las que los devotos tecnológicos quedaban para hacerse introducir estos granos de arroz digitales. Así ya no necesitaban tarjeta para entrar en la oficina, ni PIN para el móvil? Y pueden ajustar la intensidad de las luces de casa con un gesto de su mano, entre otras funciones. Aunque los chips aún no son muy sofisticados, los expertos consideran que estas capsulitas de cristal de 12 milímetros de largo por 2 de ancho pronto podrían reemplazar a los actuales medios de pago o servir de almacenamiento de historiales médicos para caso de accidente o como dispositivo de localización por GPS de la persona que los lleve encima. Eso puede ocurrir mañana. Pasado mañana, llevaremos "Ojos Z".

Compartir el artículo

stats