La Provincia - Diario de Las Palmas

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Calafateando

El voto vergonzante

La psicología de los pueblos es la que es. Se nos dice que el inesperado resultado de las urnas del 26J debe entenderse en términos de un país conservador o de derechas. Póngase como quiera la masa de población que no admite la situación de escándalo nacional por los inacabables casos de corrupción, de casi todos los partidos, pero en modo especial del que todavía continúa en funciones, ha quedado bastante claro que esto no hay quién lo arregle. El pestilente hedor de la ciénaga corrupta no ha llegado a toda la población por igual. Unos porque son militantes y ya se sabe; otros, los fanáticos incondicionales del partido del Gobierno, y los de más allá porque se tapan la nariz prefiriendo malo conocido que bueno por conocer: el inmovilismo miedoso. Un importante núcleo de jubilados prefiere al partido que le roba la cartera, saqueando el Fondo de Reserva de las pensiones, pues de los 66.000 millones de euros que había en 2011 ha pasado a los 25.000 de ahora, con la sospecha de que esto no es casual ni es inocente, que quieren liquidar esta reserva obra de Zapatero. Entra en la lógica de la derecha: privatizar en lo posible todo servicio público.

El atolladero que nos dejó el 20D no se pudo resolver repitiendo urnas el 26J, más bien lo empeoró. ¿Alguien se ha preguntado quién ha sido el que nos llevó a esta nunca vista esquizofrenia? ¿Les dice algo la legislatura de Rajoy, con su aplastante mayoría absoluta y gobernando a golpe de decreto -recorte sobre recorte- rechazando toda sugerencia que viniera de la oposición? ¿No dando cuenta de aquellos asuntos que tanto tenían que ver con el bienestar de la ciudadanía; refractario a dar explicaciones de sus medidas en ruedas de prensa y llegando al extremo de colocar a todos los periodistas y cámaras de televisión en un lugar aledaño, teniéndose que conformar éstos con oír sus declaraciones en un plasma gigante, lo que le ahorraba las preguntas incómodas? Altanería, soberbia, autosuficiencia, antipatía. Así no se puede ir por la vida, y menos, navegando en la política. Con su gran mayoría, de haber sido inteligente, debió ser más generoso, más receptivo, más dialogante y más humano. Esto lo percibió el pueblo y lo envió al infierno en el que está ahora. Los casos de corrupción le acompañan y le crecen a Rajoy como hongos a lo largo y ancho del Reino. De lo que se siembra es la cosecha que se recoge.

El descalabro sufrido por el PSOE -otra vez y van?-, ¿a qué se debió? El sorpasso resultó ser un invento de los estrategas peperos -Arriola-, sobredimensionando las posibilidades reales de Unidos Podemos, con el objeto de, por un lado machacar al PSOE y, por otro, colocar a UP a la misma altura que el PP, con lo cual se encendieron todas las alarmas de los poderes fácticos en un escenario de pérdida de prebendas los unos y del temor a perder las pensiones de los otros, que son los más. Aquí Iglesias y todo su "aparato", de ingenuidad extrema, se lo creyeron a pies juntillas, por lo que quiso montarse en la ola proclamándose socialdemócrata.

De resultas de la fantasía sin fundamento castigó a los tres contendientes principales y salió algo más fortalecido el PP, que era de lo que se trataba. Con todo, pocos han sido los analistas que han hecho hincapié en el "voto vergonzante", que también jugó su papel en los pasados comicios, pues una de las razones que llevó a muchas agencias encuestadoras a trabajar sobre datos que resultaron falsos fue que muchos encuestados no eran sinceros a la pregunta de si votarían al PP, cuya respuesta era siempre la misma: lo de "todavía no sé a quién votar", mientras que para las otras opciones no existía ese reparo vergonzante de sincerar su voto. El común de los ciudadanos es claro que no quiso que se le asociara con un PP corrupto hasta la médula, pero cuyo temor o miedo a perder lo poco que le queda le llevó a preferir lo malo que hay a un futuro más luminoso pero, para esos miedosos ciudadanos, más negro e incierto. La psicología de este pueblo es la que es.

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