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CRÍTICA Festival de Jazz

Juventud y madurez del jazz

Un concierto que cuenta en su primera parte con la voz de China Moses y luego con la música, sin palabras, de Charles Lloyd, supone la unión de dos visiones totalmente opuestas del jazz, pero a pesar de ello complementarias.

Había escuchado que China Moses se había propuesto en Breaking Point, su nuevo trabajo, unificar el soul y el jazz, y después de oírla no hay duda de que lo ha conseguido, porque su voz, resultado de la combinación de estos dos estilos está dotada de tal calidez, expresividad y riqueza que es capaz de transmitir emociones por encima de las barreras lingüísticas.

Todo comenzó con Dinah's blues un emotivo homenaje a la cantante Dinah Washington, al que siguió Watch out, tema a través del cual presentó al cuarteto que la acompañaba mientras chasqueaban los dedos.

Tras Whatever, para hacer honor a su título alcanzó el punto álgido con Breaking point, y a partir de ahí siguieron cuatro canciones en las que la banda se metamorfoseó porque Luigi Grasso dejó los teclados para tocar magistralmente el saxo y pudimos disfrutar de un solo de piano espectacular.

El concierto terminó como empezó con la cantante filmándose con su móvil y un palo de selfie, pero no sin antes señalar que a continuación tocaría un gran músico que había sido alumno de su abuelo, el trompetista y profesor de música Matthew Garrett, con lo cual sabíamos que lo que íbamos a oír tenía más solera.

La segunda parte supuso disfrutar de un músico de un carácter menos extrovertido pero no por ello carente de la calidez de todo buen jazzista, porque Charles Lloyd, con un estilo austero llevó al público al paroxismo a través de siete temas que comenzaron con Dream weaver y finalizaron con los tres últimos de Rabo de nube su álbum directo grabado en el 2007. Estos fueron La colline de Monk, Sweet Georgia Bright y Rabo de nube, versión de un tema de Silvio Rodríguez.

Tocando el saxo y acompañado de Jason Moran al piano, Reuben Rogers en el contrabajo y Eric Harland a la batería, el cuarteto alcanzó momentos de un virtuosismo sorprendente, tanto en conjunto como en solitario en los que cada uno de los intérpretes se prodigó mostrando una técnica difícil de conseguir, que arrancaron los aplausos del impresionado público.

De este modo el concierto doble reunió a dos concepciones de la música, una marcada por la juventud y la sociabilidad y la otra por la madurez y la circunspección, pero ambas repletas de energía y de toda una efusión de expresividad.

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