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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

A día de hoy C's no come 'procés'

El apoyo de diez votos entre nacionalistas y soberanistas para elevar al altar del Congreso a Ana Pastor parece ser pan para hoy y hambre para mañana, en lo que se refiere a la constelación celeste que el PP trata de cerrar a su alrededor. Cada uno tiene su burro interior, y para Ciudadanos no hay équido más pokemizado que el afán autodeterminista o de independencia, en especial lo de beber leche, ni de soja, con Convèrgencia. Ellos no van a entrar por ese aro, que es permitir que los catalanes obtengan grupo propio, e insisten que la legislatura tendrá investidura si el PSOE se abstiene, como mejor opción de Estado. A estas alturas tampoco uno sabe bien si la resistencia de Rivera es cuarteable. Ahí está el PP, que de querer enchironar a todo quisque del procés ha pasado a la aquiescencia a cambio de compensaciones todavía desconocidas: puede ser que el ministro del Interior, el neofranquista Jorge Fernández Díaz, no tenga que dar explicaciones sobre su servicio secreto para llevar a presidio a todo bicho viviente de Generalitad. Los negociadores populares han abierto la cancela nacionalista con nocturnidad y alevosía, pero han cerrado, o eso parece, la del pundonor reformista de Ciudadanos, que puede que se envaine a Rajoy pero no al separatismo vasco, catalán y a CC, que no sé bien dónde situarla en la bechamel de las identidades territoriales. El PSOE, mientras, refuerza su orinoco opositor con el registro (no ha dado tiempo de encender el aire acondicionado) de varias iniciativas dedicadas a la demolición del corpus legal de los populares: Lomce, la reforma laboral y una comisión para investigar, precisamente, las grabaciones de la autoridad de las fuerzas policiales. A estas alturas no sabemos cómo va a replantear o no (lo mismo vamos de minoría con apoyo nacionalista) el PP su desajuste con Ciudadanos. En todo caso, las fauces del gran leviatán no paran pese a la interinidad, y exigen babeantes una dosis más de la hucha de las pensiones (el cerdito de nuestras vidas): 1.000 milloncejos de nada. ¡Qué miedo!

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