En mis tiempos universitarios compostelanos, había militantes de todos los partidos de izquierda: PC, MC, LCR, PT? La lista de siglas era larga, y no era sopa, era acción: la dictadura estaba feneciendo, en la cama, y se atisbaban nuevos tiempos aunque no se sabía muy bien cuáles. Sin embargo, recuerdo con nitidez que el PSOE entonces, al menos en Santiago, sólo tenía un militante, un estudiante de segundo o tercero de derecho, sonriente y con gafas, al que se le conocía como "el del PSOE". "Mira, ahí va el del PSOE" se decía en la calle de los vinos cuando alguien se cruzaba con él. Y así siguieron las cosas, unos meses, casi un par de años, hasta que se convocaron las primeras elecciones democráticas, el 15 de junio de 1977: el PSOE se convirtió en la segunda fuerza política en votos y diputados, y en la primera de la izquierda, con mucha diferencia respecto a la segunda, el mítico y luchador PCE. Y así fue hasta noviembre de 2011, con una caída anterior en 2000, cuando se suponía que Almunia había conseguido el peor resultado de la historia moderna de los socialistas y que no habría nunca resultados peores. Pero la historia es una empecinada en mejorarse a sí misma: 84 diputados del PSOE y uno de Nueva Canarias inscrito en sus listas. El batacazo, como era de esperar, se ha exagerado hasta la saciedad con el único propósito de seguir la máxima dictada ya hace más de un año desde la calle Génova, sede nacional y de las JONS del PP: "Todos contra el PSOE y contra Pedro Sánchez a costa de lo que sea." Lo que sea pasó, y pasa, por tener un canal de televisión de propiedad conservadora puesto al servicio del diputado de la coleta. Lo que sea supone, también, hablar de nuevo catalán en la intimidad y euskera en la taberna. Lo que sea es seguir en el machito del austericidio y lo que sea es fagocitar a un partido como Ciudadanos que nació para ser fagocitado o para actuar como sustituto a largo plazo, ya lo verán. Con todo, la desesperación socialista es mucha; mas deberían meditar un poco, con tranquilidad, reafirmarse en el principio de que en tiempos de tribulación es mejor no hacer mudanzas, y preguntarse seriamente qué les queda. Pues les queda algo muy serio, muy importante, ya no solo el único militante compostelano, les quedan más de cinco millones de personas que les han votado. A ellas se deben, en ellas deben pensar a la hora de tomar decisiones.