La Provincia - Diario de Las Palmas

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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

A veces somos desierto

Siempre hay que explicar cómo son los canarios, decir un poco cómo nos afecta la lejanía, dónde estamos situados, qué bebida nos gusta más, nuestro plato de las papas arrugadas, el sancocho... Y la verdad es que uno acaba hartándose, sobre todo a la hora de contestar preguntas referentes al confuso origen de las Islas y los mestizajes que recorren la columna vertebral de sus ciudadanos, cada uno con una médula distinta dependiendo del terruño que ocupe. Ni los años que lleva CC por el Congreso de los Diputados han servido para aclarar a los peninsulares cuáles son los ingredientes históricos que nos integraron a la Corona de Castilla. Tampoco saben que aquí se desarrollaron batallas más que relevantes para acabar con los pobladores prehispánicos. Por todo ello no me ha resultado metafísico el desconocimiento que tenían del barro que cayó del cielo, en el que quisieron ver una anomalía más del cambio climático, dígase bolas de granizo u otro tipo de chatarra meteorológica. Se referían, claro está, a la calima, al polvo sahariano que visita las Islas con asiduidad, y que no es de casi ninguna frecuencia por la meseta. Bueno, pues a partir de ahora tienen constancia de que en determinadas fechas se nos seca la garganta, nos pican los ojos, no vemos el Puerto, los pilotos de los aviones extreman su cautela al aterrizar y nos levantamos un día sí y otro no con el deseo prioritario de que el fenómeno cruce La Isleta con todos los depósitos buenos y malos que vienen del desierto. Pero hay que explicarlo mejor: hay momentos en que por culpa de los ataques a mansalva de la tierra, dependiendo de su espesor, los isleños no tienen ganas de hacer nada, parece que están drogados, adormilados, sumidos en una indolencia cautiva. Son momentos en que Canarias se queda aislada, a la deriva, metida en su cápsula de polvo, ajena a cualquier requerimiento, con su poetas del mar y las olas... Y al suceder esto es imposible explicar quiénes somos, qué diablos hacemos en medio del Atlántico.

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