Querido amigo, se pregunta uno qué diablos se nos habrá perdido a los europeos en los países árabes. Resulta que con la excusa de europeizar el mundo árabe nos hemos metido en sus casas para decirles cómo tienen que vivir, cambiarles su forma de vestir, adaptar sus relaciones conyugales a las de occidente y , en definitiva, cambiar su educación y sus costumbres por las europeas, cuando todo eso nos importaba un pimiento hace apenas unos años.
Tampoco vale decir que son unos bárbaros, mayores barbaridades se cometen a diario en África o en Iberoamérica sin que nadie invada estos países. Concretamente en la frontera mexicana se somete a las mujeres a violaciones y todo tipo de tortura hasta la muerte, y los cárteles de la droga decapitan diariamente a hombres, mujeres y niños sin que sus vecinos estadounidenses piensen que tienen que invadir ese país y ahorcar a su presidente.
Reportajes de estas atrocidades se pueden ver en Internet sin censura y nadie se escandaliza tanto como cuando los del DAES degüellan a los occidentales.
Pero hete aquí que, al olorcito pestilente del rico crudo, nos enamoramos de eso, no del lugar y su gente. Total que, para quedarnos con la esencia petrolera, nos hemos dedicado a quemar la maleza de su gente, convirtiendo el lugar en un infierno donde los que no acaban matándose entre ellos huyen despavoridos a cualquier parte, o los que, aprovechando el camino de ida de los invasores, se presentan en Europa en un éxodo sin precedentes.
Una vez aquí, cargados con la añoranza de sus lunas de las mil y una noche, han decidido seguir nuestro ejemplo y orientalizarnos a la fuerza.
Y aquí estamos, reproduciendo entre unos y otros el mismo ambiente de Beirut, Irán, Siria o cualquier otro lugar del mundo en el que nosotros hemos implantado el terror y la muerte. Era de esperar, si hemos exportado lo peor de occidente, tendremos que importar en contrapartida lo peor de oriente.
Y repito: qué puñetas se nos habrá perdido a nosotros en aquellas tierras para perder la vergüenza y la vida saqueando sus riquezas.
Nos seguirán matando en donde quiera que estemos, y lo único que podemos hacer ahora es agachar la cabeza y, con el rabo entre patas, pedir perdón, para intentar atenuar la sangría de esta terrible venganza. Tenemos que volver a casa, que es de donde nunca debimos salir.
No será fácil, vamos a tener que reconstruir la destruido hasta dejarlo tan bonito que sean ellos mismos los que quieran volver a su tierra, y así, cada uno en su casa y Dios, o Alá, en la de todos.
La solución es el Eurexit: salir corriendo de los países árabes, o tendremos que atenernos a la Ley del Talión: ojo por ojo y diente por diente. Que Alá nos proteja y Dios nos coja confesados.
Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.
