La Provincia - Diario de Las Palmas

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Miradas

El 18 de julio de 1936

Hablaremos muy resumidamente de aquel acontecimiento, sin ninguna connotación política o ideológica. Sólo de los errores e infundios vertidos en algunos artículos recientes. Me duelen y me sublevan las mentiras que aún se vierten sobre aquella contienda. Respeto profundamente todas las ideologías pero, por favor, guarden más respeto a la historia, no a Salvador Allende que dijo: "El deber supremo del periodista de izquierda no es servir a la verdad, sino a la revolución."

Pretendo responder a unos artículos publicados en estas páginas en los días 15 y 18 de julio.

El problema es que hay tal cantidad de historiadores de uno y otro bando que para sacar una conclusión hay que leer lo que han publicado ambos, y hoy no se lee.

No hay incógnitas, sólo diferentes interpretaciones de distintos historiadores. Algunos no han investigado nada, son copiadores de otros anteriores y han transmitido los errores o la parcialidad del copiado con algún dato anecdótico elevado a la categoría de descubrimiento.

En particular, me he ceñido más a los que vivieron la anteguerra, la guerra y la posguerra o muy próximos a la misma, que a los modernos, que nada vieron ni por asomo. No publicaron ni siquiera fuera de España. Incluso los invalorables archivos están mediatizados, algunos, por según quién los escribió o quien los interpreta.

Hay otra parte a la que no se ha tenido muy en cuenta en la historiografía, los que no escribieron nada pero fueron testigos de aquella contienda y narran sus vicisitudes en la pequeña parcela geográfica, militar o política que les tocó vivir. De la pequeña historia o anécdota nace la gran historia o por lo menos la complementa. Por esta causa he tenido que leerme unos 550 libros, además de artículos de revistas de historia y periódicos sobre este tema y de aquella época para aclarar tantas disparidades.

Al morir Franco una manada de mediocres que nada habían publicado, se lanzaron en tromba a escribir, y aún siguen, sobre la Guerra Civil. La historia es rigor, duela a quien duela, no fabricar escándalos o biografías inventadas para vender libros.

Decía el historiador francés, Gui Breton, que para entender y comprender bien la historia de Francia había que conocer primero la historia de los amoríos de los reyes y personas más significadas y su influencia política, social y económica en dichos gobernantes: por ello, publicó tres libros deliciosos titulados Historias de amor de la historia de Francia. Explica ciertas cosas que sin este trasfondo no entenderíamos.

Pero todo tiene un preámbulo. Casi todos los países del mundo han tenido guerras civiles o revoluciones. Los EE UU, Rusia, China, Alemania, Italia, México, Chile, Japón, diferentes países árabes y africanos, Francia, que invadió toda Europa, con un Napoleón que se autoproclamó emperador y que dejó exhausto y arrasado a su país y sin embargo está enterrado en los Inválidos como un héroe nacional; Cuba, cuyo dictador Castro hablaba muy bien de Franco porque no se plegó a los deseos de EE UU para su boicot y aislamiento, a pesar del incidente Lojéndio, declarando tajantemente "no romper con Cuba," y que cuando murió, poca gente sabe, que Castro declaró tres días de luto nacional, etc.

España ya había tenido varias revoluciones, golpes de estado, guerritas internas, pronunciamientos, etc. España fue el último país europeo que yo recuerde, en liarla. La pérdida de las colonias primero, la sangría africana y la crisis mundial del 29 después, la dejaron totalmente arruinada y despoblada. En este contexto de pobreza y hambre, la nación se derrumbó cuando precisamente hacía más falta una reforma radical política, social y económica. Hubo un paréntesis de unos 7 años de prosperidad y orden, el de Primo de Rivera, pero lo echaron los mismo que lo promovieron; así somos. El pueblo llano no podía esperar más, la sociedad estaba crispada, se producían saqueos y atentados anarquistas. Cayó la monarquía y, precisamente, los monárquicos que abandonaron a Alfonso XIII junto a otras fuerzas políticas entonces minoritarias y por los pactos de San Sebastián, trajeron la República como panacea de todos los males del país.

No se pusieron de acuerdo ni el pueblo ni los políticos. El intento de levantamiento del 32 de Sanjurjo, de Asturias y Cataluña en el 34, los asaltos, asesinatos y huelgas infinitas, en una palabra, la anarquía mas absoluta, fue el preámbulo de una guerra civil que ya anunciaban las fuerzas de izquierda abiertamente.

Luis Araquistáin en la revista Leviatán, declaraba. "El socialismo reformista ha fracasado: no el socialismo revolucionario. No pensemos en una democracia parlamentaria, incluso en el caso de que el socialismo ganase alguna vez en las urnas. Si no empleamos la violencia, el capitalismo nos derrotará en otros frentes."

Según decía su propio ministro de la Gobernación y director de El Socialista, Julián Zugazagoitia, "Juan Negrín era todo un dictador, y sin el menor escrúpulo moral ni político."

Pero el comentario de D. Jacinto Benavente, premio Nobel, es demoledor. "Fue un periodo de lucha y de odio. Se llegó al malestar físico, porque no hay nada tan odioso como la autoridad arbitraria e insolente, y a días de pesadilla que no merecía España, que no tuvo más culpa que la de ser engañada. Estoy seguro que esas persecuciones religiosas más que por odio son por intranquilidad de conciencia, porque a los espíritus mezquinos nada les ofende tanto como un ejemplo que les avergüenza....."

"Es una tremenda y trágica farsa la dictadura del proletariado. En el fondo, esa dictadura es una dictadura burocrática de una pequeña parte del proletariado. Los dirigentes sólo procuran apoderarse del bombo de esta lotería de la revolución, y mejor aún, para no esperar los azares de la fortuna, antes del sorteo se alzan con el dinero de los premios."

¡Para qué seguir!

Por todo lo que antecede voy a empezar por una auténtica basura, de todo hay que leer, cuyo título citan, y yo no quiero, los señores Aguiar y Álamo en este periódico en un artículo del día 15 sobre el Sr. Leacock; muy bueno, objetivo y acertado.

El libro basura pone a este inglés y a otras personas de esta isla como asesinos, violadores, ladrones, borrachos, falangistas, fascista, etc. Miles de muertos por todos lados, la fosa de Jinámar a rebosar, la Mar- fea, no sé que riscos más, etc. Pero el colmo del disparate y el infundio llega a la ofensa cuando dice que los dos hijos del... eran también unos asesinos y salteadores de caminos. ¡Pues no, señor! Los dos hijos del... desde antes de estallar la guerra estaban con toda la familia en Londres, embarcando precisamente el 18 de julio hacia Canarias sin saber lo que aquí se cocinaba. Pero aún más, y esta es la burrada y la infamia, los dos hijos del..., el mayor tenía ocho años y el otro no había nacido. ¡Así se escribe cierta historia de la represión franquista! Como no dispararan a matar rojos con la chupa ya me dirán. Y así todo el librito que no hay por donde cogerlo.

El mismo 18 de julio por la tarde en un programa de no recuerdo de qué cadena de TV aparece el Sr. Viñas. Hace algún comentario anodino sobre la guerra y, vuelta a sus archivos, y entre otras cosas dice que el Frente Popular le vendió a la Unión Soviética y a Francia el oro del Banco de España. ¡Me quedé como el Guerra, pasmao!

La cantidad de oro remitida a Moscú fue de 510.079,592 kg, equivalentes a 1.581.642.100 ptas/Oro de 1936. Se depositó a nombre de Largo Caballero, I. Prieto y Juan Negrín. Todas las salidas que se hacían en Moscú, se realizaban a nombre del nº 1, que era precisamente Negrín, para pagar la ayuda.

El oro llegó a Moscú desde Cartagena el 6 de noviembre de 1936 repartido en cuatro barcos y custodiado por cuatro funcionarios que, según Prieto, permanecieron dos años más después del final de la guerra y se les dispersó por todo el mundo, muy lejos unos de otros, Estocolmo, Buenos Aires, Washington y Méjico. Stalin dijo gozoso que "no lo volverían a ver así como uno mismo no puede verse las orejas".

Aún tuvo Negrín el cinismo de negar el 20 de enero de 1937 que el oro hubiera salido de España. Pero el tema no es solo esto, que vale como entradilla, lo que importa es que no hubo venta ni a Moscú ni a Francia a donde fueron a parar unas 110 toneladas de oro custodiadas en Mont de Marsan, que nos devolvieron inmediatamente en cuanto este país e Inglaterra reconocieron al régimen de Franco, así como otros bienes artísticos depositados en Suiza y las obras del museo del Prado. El oro se usó para pagar los envíos de guerra, que por cierto Prieto se quejaba de que era pura chatarra. Dos años después no había una perra.

Pero lo gordo del caso es que el Banco de España era una sociedad anónima privada. No era del Estado a pesar de su nombre. La disculpa de llevarse el oro era para que no lo cogiera Franco, sólo servia como estabilizador de la peseta. Pudieron depositarlo en Francia, Méjico, USA, Argentina, Chile. Etc. No, Rusia, donde estaba de embajador Marcelino Pascua, médico y hombre endeble, amigo de Negrín.

Tampoco fue devuelto el oro robado al museo Numismático, que ese sí fue a parar a Méjico.

¿Acaso el recibo estaba en los papeles que al final de su vida y por expreso testamento entregó el hijo de Negrín a Franco por orden de su padre al morir?

¿Si era venta por qué Francia devolvió lo depositado en Mont de Marsans?

Espero que lo aclare bien el señor Viñas, presidente del "comité científico" de la Fundación Juan Negrín, pero sin tomaduras de pelo.

El resto de los artículos no vale la pena comentarlos ni mucho menos rebatirlos.

Cuando hay ideologías que mediatizan, es imposible, después de tantos años convencer a nadie de que lo que ha leído no es como a él se lo han presentado y lo cree. No lo consiguió Azaña con sus memorias en las que pone a parir a sus correligionarios. "Botarates, gente de poca cabeza, zafios y politiqueros, mezquinos, torpes, practican una política tabernaria e incompetente, de amigachos de codicia y botín sin ninguna idea alta. No se ha visto más notable encarnación de la necedad". Cuando le preguntaron por qué se sublevó Franco contra la República contestó: "Franco no se sublevó nunca contra la República, sólo contra la chusma que se apoderó de ella."

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