La Provincia - Diario de Las Palmas

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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Sin multa, pero con recargo

En un país tan dado a los extremos no sé si hubiésemos soportado una multa de Bruselas por incumplir el déficit. En España cuesta encajar una sanción por algo tan simple como no recoger la cagada del perro. Aquí nos interesa más el recurso para salir del atolladero, o dejar correr el asunto hasta que nos embargan la cuenta corriente o hasta que la Agencia Tributaria nos retenga la cantidad a pagar. No hay más que verlo en el momento en que la Guardia Civil nos da el alto por exceso de velocidad: empezamos por negarlo, a continuación imploramos de manera discreta, seguidamente nos negamos a firmar y al final arrancamos de muy mal humor y echando pestes contra el agente. Con la sanción de Europa por no hacer los deberes ha ocurrido algo imprevisto: Bruselas, de pronto, no ha querido estrenarse con España y Portugal por ir en contra de la estabilidad. No me pregunten cuál ha sido la causa más determinante. Está claro que pensaron que la popularidad de la UE está ya bastante corroída, por lo que no es momento para soltar un xilófago más entre un andamiaje tan débil. La solución no ha sido anular la multa, sino darle vida propia: el expediente sigue vivito, coleando, y volverá a sacar la colita dentro de un par de años. Merkel y sus hombres de negro necesitan transmitir otra imagen, adelgazar el poder coercitivo y acudir más a las medidas blandas, y no a las que hacen sangre sobre las consecuencias de la crisis económica. Pero escapar no significa felicidad: ahora nos encontramos enredados en algo parecido a la usura, nos dan un plazo pero a cambio de unas restricciones durísimas que omito aquí para no echar más leña a la depresión. Con la mano de la cortesía escenifican cierta comprensión con Rajoy y De Guindos, mientras que con la otra, la del prestamista, reclaman la puesta en vigor de unos recortes (y no lo quiero decir para no amargar ninguna paga) a los que lo único que les falta es remojarlos en soja con wasabi. De lo más suculento.

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