La Provincia - Diario de Las Palmas

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Inventario de perplejidades

El estreñimiento nacional

Se veía venir. El cambio de la dieta política, al pasar del bipartidismo al multipartidismo, ha alterado los ritmos del comportamiento intestinal, el dialogo se digiere peor, tardamos más en evacuar una salida hacia la gobernabilidad compartida y hay serio riesgo de que el estreñimiento institucional se convierta en oclusión, lo que podría derivar , dios no lo quiera, en una intervención quirúrgica de urgencia . La situación la ha diagnosticado muy bien un importante periódico nacional al titular el su primera pagina: " Las primeras consultas del Rey certifican que el proceso está atascado". ¡ Y tanto que está atascado!. Al parecer, Felipe VI, actuando en calidad de médico de familia, ha constatado en las primeras exploraciones que el vientre de la patria está duro (lleva nada menos que siete meses sin dar salida a un gobierno que resulte grato a los mercados) y urge dar con el remedio adecuado para evitar lo que se está convirtiendo en una incomodidad insoportable. Antes de esto, cuando regia el bipartidismo, el discurrir diario de la política se desenvolvía con gran desahogo tanto gobernase la derecha como los socialistas. Si había mayoría absoluta, el gobierno acudía con regularidad al Parlamento y allí daba salida, sin más oposición que la puramente ritual al paquete legislativo que llevaba preparado. Y si ocasionalmente no había mayoría absoluta se recurría a los buenos oficios de la minoría nacionalista catalana, e incluso de la vasca, que a cambio de un privilegiado trato económico se comprometían a servir como eficaz laxante para salvar el atasco momentáneo. Así transcurrían pacíficamente las cosas, hasta que la corrupción afectó gravemente a los grandes partidos y los nacionalistas, antes colaboradores a sueldo, derivaron hacia el independentismo.

Llegado ese momento, la ciudadanía entendió que era necesario apostar por la renovación política, el pluralismo efectivo, y el dialogo entre diferentes, como es costumbre en la mayoría de los países europeos. El resultado está a la vista. Los años del bipartidismo imperante han acostumbrado a las dos grandes formaciones a seguir una dieta de ordeno y mando y les resulta extremadamente difícil digerir otra en la que resultan obligadas la renuncia y la permanente transacción. Dado el reparto de escaños que salió de las últimas elecciones, lo normal seria que el señor Rajoy intentase formar gobierno apoyándose en Ciudadanos y en el PSOE previo un pacto programático que representaría la renuncia a muchas de las polémicas medidas que sacó adelante cuando gozaba de mayoría absoluta. Un pacto para ir tirando hasta una nueva consulta electoral a dos años vista que sirviese para afrontar con una cierta estabilidad los graves problemas que el país tiene pendientes, entre otros el desafío independentista de Cataluña que ha tomado velocidad vista la prolongada ausencia de un gobierno fuerte en la capital del estado. La otra alternativa (PSOE, Ciudadanos y Unidos Podemos) parece que hay que descartarla porque los dos primeramente citados ya han expresado categóricamente su rechazo. Antes de rematar este comentario tuve ocasión de ver la comparecencia del señor Rajoy para comunicar su aceptación a la propuesta del Rey sobre la formación de un nuevo gobierno. Dijo que lo va a intentar, pero sin comprometerse a la investidura si no tiene la garantía de ganarla cómodamente. Una salida marca de la casa.

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