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Parcialmente intervenidos

Imposible imaginar hace tres o cuatro años a Wolfgang Schäuble, ministro de finanzas alemán -apóstol del austericidio, inquisidor de los manirrotos del Sur-, agarrado al teléfono para templar el ímpetu de los miembros de la Comisión Europea partidarios de aplicar el palo a España y Portugal por incumplir los compromisos de reducción de déficit público. Se dice que el despliegue telefónico de Schäuble, por cuenta de Ángela Merkel, ha sido decisivo para evitar esta semana la multa a ambos países y con ello mayores penalidades para sus ciudadanos y también un collejón a Mariano Rajoy en medio de la que está cayendo en la política española.

¿Por qué aparca Schäuble su manual de disciplina calvinista, el sacro principio de que "las reglas son las reglas" y están para ser cumplidas? Puede responderse en primer lugar que en realidad las reglas ya no son tan reglas desde que, antes de la crisis, la propia Alemania y Francia impusieran una reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento para hacerlo más flexible porque el primigenio (fundamento de la construcción del euro) lo habían incumplido sistemáticamente ellos mismos. Hasta en 14 ocasiones sobrepasaron Alemania y Francia los límites de déficit y deuda pública entre 2000 y 2010. Y nunca hubo sanciones.

Schäuble ha desistido ahora de defender hasta las últimas consecuencias la credibilidad del nuevo y más duro pacto revisado en 2012, quizá porque hay muchas cosas en crisis en la UE. Lo están la cohesión social y el dinamismo económico, minados por una crisis brutal y por un ineficaz desempeño en la respuesta política; la unidad territorial, cercenada por el brexit del Reino Unido; la categoría moral, en entredicho por la respuesta ante el problema de los refugiados, y hasta la seguridad física de los ciudadanos, mutilada por los atentados. En suma, también en crisis el espíritu de la unidad europea, ahora un campo de minas sobre el que avanzan movimientos políticos particularistas y xenófobos, los situados en las antípodas de las ansias de paz y prosperidad que inspiraron los Tratados desde un principio.

Puede que haya influido todo ello en el giro de Schäuble, como también probablemente la determinación de Angela Merkel de no penalizar políticamente al fiel Rajoy o la expectativa de que pronto habrá que saltarse las reglas también para rescatar a la banca italiana. Pero aún sin multa, la terapia que se le aplica a España no es cirugía menor. El país queda obligado a abordar nuevos y exigentes ajustes para reconducir el déficit; la política fiscal y económica estará bajo una "vigilancia reforzada" y las "recomendaciones" de Bruselas pasarán a ser órdenes en sentido estricto. Puede decirse que la España que según Rajoy evitó la intervención bajo sus mandato queda parcialmente intervenida.

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