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Artículos de broma

La niñez a perpetuidad

El nadador estadounidense Michael Phelps, el deportista olímpico más condecorado de todos los tiempos, ha declarado que sigue siendo un niño, que todavía se ve como tal y que no quiere crecer. Tiene 31 años. Aun considerando el desfase mental entre la edad que tenemos y la que sentimos, Phelps ya debería reconocerse adolescente pero como deportista excepcional ha tenido una vida excepcional y eso puede retrasarle el reloj. Phelps se tiró a la piscina en la infancia y aún no ha salido de ella porque ha sido y es el rey de sus calles. También tiene sentido que se diga en la infancia porque nació en 1985, cuando el estatus de la niñez en Occidente alcanzó su nivel más alto.

La niñez como edad de tregua, aprendizaje, juego y cuento, es un invento de la familia burguesa del siglo XIX. La niñez como condición reivindicable es una consolidación del siglo XX: la Declaración de los Derechos del Niño se aprobó el 20 de noviembre de 1959 unánimemente por todos los 78 estados que componían Naciones Unidas. Como privilegio posible de por vida es una ratificación del siglo XXI a través del ocio electrónico que ha logrado mantener, como en la infancia, el juego en el videojuego masivamente hasta la edad madura.

Aunque J.M. Barrie haya creado en 1904 en su obra de teatro "Peter Pan" el mito del niño que no quería crecer, en ese tiempo los niños querían crecer, aunque sintieran los dolores de hacerlo en el momento o los desgarros de haberlo hecho mal en la madurez. Ahora cabe más lo que explica Phelps. Nunca los niños fueron tan conscientes de su situación de privilegio (los que la tienen, claro) como ahora. Ante algo que suene a suspensión de ese tiempo de tregua o de exigencia de responsabilidades de crecimiento contestan "soy un niño" entre la sorpresa y la reivindicación, dejando implícito "y quiero seguir siéndolo".

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