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Zigurat

No es de religión ¿capito?

Antes de que el papa Francisco se encontrara con los jóvenes en la JMJ en Polonia, le habían degollado a un cura en Francia. Un cura anciano, asistente en una parroquia lejana, fue acuchillado junto a otras personas, por dos hombres que se decían del ISIS y que estaban fichados por los servicios de seguridad franceses.

La indignación de Francisco era bien visible en el encuentro que mantuvo con los periodistas que le acompañan cuando vuela, donde suele despacharse a gusto diciendo cosas que más tarde algunos quieren matizar: muchos que están en su contra lo acusan -y es el reproche más suave- de imprudente. Dijo que a pesar del sufrimiento, de las barbaridades que comenten algunos musulmanes en Europa, de la siega continua de cristianos en Oriente, el islam no es violento y no es una guerra de religión; terminó con una expresión coloquial italiana: ¿capito?, que dicho seriamente y casi con enfado, poco queda a la interpretación. Probablemente los periodistas entendieron lo que quiso decir, aunque muchos no estén de acuerdo con él. Esta pregunta final del Papa quiere alejar de las mentes de los europeos que estamos ante una guerra de religión, cosa que niegan muchos pensadores y por supuesto la Iglesia; pero no toda la Iglesia, porque en Oriente Medio, Dios mediante, no va a quedar espadaña erguida, ni ortodoxos, ni coptos, ni caldeos, ni armenios...

El Papa entiende el problema desde una perspectiva más amplia. Ve este enfrentamiento como resultado de una estructura que está empecatada, en una estructura social enferma y que lucha por el dinero, por las armas, por los recursos naturales, por las materias primas, por el territorio? pero no por religión.

Desde luego es su opinión, pues no sería decoroso intelectualmente tirar piedras sobre su propio tejado diciendo que es un enfrentamiento entre confesiones, que siempre se han mirado con desconfianza, aún coexistiendo juntas en muchos de los actuales países en conflicto. Pero Francisco sabe que si no es una guerra entre cristianismo e islam, es una batalla fratricida entre musulmanes y los occidentales, a ojos de los jeques, imanes, mulás o emires o califas o ayatolás, son cruzados ahora y siempre y su modelo de vida el más inmoral de la tierra.

En Francia crean la guardia nacional con nuevos miembros, reservistas jubilados o simplemente gente que quiere echar una mano antes de que se la corten. En Polonia le dijo a su gobierno que abriera la mano con los refugiados, lo que es un deber para todo cristiano, pero no para los fundamentalistas católicos del régimen polaco. Llámese como se llame, enfrentamiento entre culturas, choque de civilizaciones, guerra de religiones, la verdad es que Europa se enfrenta a un futuro que nadie, ni en las novelas, se atreve a predecir. Es un escenario nuevo que puede convertirse en crónico, si la cantera de los asesinos es su propio país, su barrio, su mezquita. El susto está en el cuerpo social y político de Europa y el Papa lo sabe. Otra cosa es que diga lo que tiene que decir porque un papa no puede llamar a la guerra como hacían sus antecesores, ni puede levantar el dedo acusador: la historia enseña que las religiones, en sus guerras, han producido tantos muertos como cualquier otra contienda: sean musulmanes, cristianos o judíos. Y aún continúa con un temor más que infundado: están esperando a que el general dé la orden cruzada, que no es otro que Trump, ponga en práctica lo que ha dicho y si esto no es guerra de religiones?

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