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Tropezones

¿Qué coin es el bitcoin?

Uno de mis mejores amigos, ya fallecido pero siempre transitando por mis recuerdos, tenía por costumbre plantearme cuestiones de lo más comprometidas, que me obligaban por otro lado a agudizar mis capacidades de síntesis e indagación.

"¿Oye, qué es esto del club Bilderberg?"

"A ver, explícame por qué tiene que ser algo malo la globalización".

Naturalmente este tipo de preguntas, propias de un acomodaticio mínimo esfuerzo, sin duda muy pertinentes, por muy impertinentes que a mí se me antojaran, se convertían a menudo en un reto que terminaba por clarificar y poner orden en mis propias ideas.

Por eso me preguntaba hace un rato cuál podría ser la inquietud de mi amigo tal día como hoy, y me temo que lo que me tocaría afrontar sería algo así como; "¿Dime, qué demonios es esto del bitcoin?". Al no tener muy claro el concepto, sin duda mi primera reacción sería la de quitarme el muerto de encima: "¿Pero bueno, y a ti qué te importa?". Pero claro, sabiendo de la importancia que viene cobrando el bitcoin en la economía actual y de la justificada curiosidad de mi amigo, tendré que pergeñar algo, por si me está escuchando, esté donde esté.

Si le adelantara que estamos en presencia de una novedosa criptomoneda electrónica descentralizada, seguramente intuiría que su amigo estaba escurriendo el bulto.

Por ello creo que lo más acertado sería recordarle, en un viaje a Sudáfrica que realizamos juntos en su día, la visita a un poblado indígena de raza negra mbelele, con sus típicas chozas de techumbre de paja; el guía nos iba marcando las pautas para las fotografías, dónde adquirir los típicos artículos de artesanía local, en qué medida compensar a los nativos por nuestra intromisión en su hábitat, etc. Al final nos recordó que la moneda de curso legal no era el rand sudafricano sino una divisa doméstica inventada por el propio guía, con la que se remuneraba a los pobladores. Dicha divisa, amablemente cambiada por nuestro cicerone era la que ellos a su vez podían utilizar en el bazar del pueblo, regentado oh sorpresa, por la esposa de nuestro guía.

Pues bien, el bitcoin es lo mismo pero su uso no se limita al ámbito de nuestro emprendedor guía, sino a los usuarios universales de Internet, y al ser las transacciones electrónicas estamos ante una moneda cuya virtualidad no hace precisa una realidad material física y tangible. La confianza está en la base de dicha divisa, y su volátil cambio viene condicionado además por el volumen y cuantía de la masa monetaria circulando por la red. Sin duda presenta ciertas ventajas; al no tener que estar respaldada por gobiernos potencialmente insolventes, y al ser la transacción instantánea y totalmente anónima, el bitcoin se ha convertido en una realidad definitivamente ligada a los movimientos comerciales. Es explicable su auge teniendo en cuenta que los intercambios se sustraen al control de los bancos, y a sus recargos y comisiones. Hasta el punto que algunos aventuran unos efectos de esta moneda tan letales para las entidades bancarias tradicionales como lo están siendo los medios digitales para la prensa impresa.

Aunque vista la experiencia de grandes movimientos especulativos, como la burbuja de los tulipanes, la de la informática o la del ladrillo, tal vez apostillaría mi relato con una nota de cautela en el uso indiscriminado del bitcoin.

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