Un veterano encuentro de diálogo, que desde hace más de treinta años se cita todos los meses en un hotel, ha vivido un desagradable sobresalto por un acalorado cruce de palabras entre dos contertulios. Un latigazo emocional sufrió alguno de los presentes. Incluso, ante una dama, no se cortaron un pelo. En fin, rectificar es de sabios. El diálogo, la conversación, el intercambio de palabras compartiendo vida son esenciales para vivir. ¡Viva la Palabra viva!