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Arrecian las críticas alemanas a Mario Draghi

En distintos sectores de la vida económica alemana, desde los seguros hasta la banca y los fondos de inversión, arrecian las críticas a la política monetaria del presidente del Banco Central Europeo, el italiano Mario Draghi.

El semanario Der Spiegel la califica de "nueva planificación centralizada" de nefastas consecuencias ya que "distorsiona y desestabiliza el insuficientemente desarrollado mercado europeo de capitales y paraliza un sistema bancario que ya de por sí funciona mal".

Tras agotar el repertorio de medidas de que disponía, el BCE ha recurrido a nuevos instrumentos para prevenir una nueva espiral de deflación y economía desacelerada: reducción de los tipos de interés incluso por debajo de cero, inyecciones de liquidez a los bancos y compra masiva de deuda soberana primero y luego de bonos de empresas.

Como explica Jörg Krämer, jefe de análisis económicos del Commerzabank, al comprar deuda emitida por empresas, el BCE les está concediendo créditos directos, lo que recuerda "el sistema bancario de los tiempos de la economía planificada".

De parecida opinión es el presidente del instituto de investigaciones económicas Ifo, de Múnich, Clemens Fuest, según el cual "los tipos negativos destruyen la base del negocio bancario y las compras de bonos distorsionan los tipos de interés, es decir el precio del riesgo, lo cual afecta al propio funcionamiento de los mercados de capital".

Como escribe Der Spiegel, con cada una de esas medidas, el instituto que preside Draghi se convierte en un "importante actor" del mercado de capitales: es el mayor acreedor de los ya de por sí "excesivamente endeudados" países del euro y se ha convertido en sólo siete semanas también en actor destacado en los créditos a empresas.

A ocho años de la crisis financiera, el sector bancario europeo sigue "mostrándose lábil y de baja rentabilidad", como han puesto de manifiesto las últimas pruebas de resistencia, y si bien es cierto que el BCE proporciona liquidez a los bancos, los sustituye también de modo creciente como prestamista de empresas y de Estados.

El dinero no ha estado nunca tan barato como ahora gracias a Draghi, y los bancos han podido conceder más créditos, pero ello apenas está beneficiando a las empresas porque los consumidores se retraen y a la inflación le cuesta aproximarse al objetivo del 2 por ciento al que aspira el BCE.

"Los inversores sólo invierten cuando creen que la economía va para arriba, pero la política del BCE indica que las perspectivas no son buenas y destruye la confianza en el crecimiento", declara Dieter Wemmer, jefe de finanzas de Allianz.

Como emisora de bonos, la aseguradora con sede en Múnich se beneficia también de las compras del BCE, pero al mismo tiempo es un importante inversor y conforme se reduce la rentabilidad, más difícil le resulta, como a tantos otros, encontrar buenas posibilidades de inversión.

El BCE puede expulsar del mercado cada vez más a los inversores, que encuentran además cada vez más difícil, por no decir imposible, calcular como antes, según los intereses devengados, los riesgos de una determinada inversión.

Como explica al semanario alemán el alto ejecutivo de Allianz, la compra de bonos (por el BCE) hace que se aproximen intereses que deberían divergir de acuerdo con el nivel de riesgo".

Desde que se anunció el programa de compra de deuda de empresas ha caído de modo notable la rentabilidad de los bonos europeos mientras que se ha acortado la distancia entre los intereses de las empresas de mayor solvencia y las de baja calificación crediticia, volviéndolo todo más nebuloso para los inversores.

Al mismo tiempo, conforme el BCE trata de imitar al mercado con sus inversiones, compra bonos de rentabilidad negativa, lo que le expone al correspondiente riesgo de pérdidas.

"El programa (del BCE) es además problemático al dar prioridad a las grandes empresas en perjuicio de las pequeñas y medianas, que son las más expuestas a dificultades financieras en los países de la periferia", critica Krämer, del Commerzbank.

Otro problema es que, al estar muchos bonos de empresas ya en manos de inversores institucionales, el instituto europeo debe dedicarse a comprar cada vez más nuevas emisiones de deuda.

Casi la mitad de los bonos de empresas de nueva emisión terminarán probablemente en el BCE de continuar el volumen de compra mensual de entre tres y cinco mil millones de euros, explica Krämer.

El núcleo central del problema estriba en que, al ampliar su programa de compra de bonos, el BCE debilita a los bancos, es decir a los mismos a los que quiere animar a que concedan más préstamos.

La política de intereses nulos o negativos de los institutos emisores obliga a bancos comerciales e inversores a asumir mayores riesgos si quieren obtener beneficios.

"El mayor problema, dice el presidente del Ifo, Fuest, es el sobreendeudamiento, especialmente en los países del Sur, y no es algo que se solucione a base de conceder todavía más préstamos.

En opinión de los economistas consultados por Der Spiegel, la inundación de dinero por parte del BCE no ayuda demasiado a los bancos en dificultades y en cambio crea nuevos problemas para aquéllos que gozan todavía de buena salud.

Draghi es consciente de esas contradicciones y de los efectos de su política, pero siente abandonado por los gobiernos ya que correspondería a éstos tomar medidas para frenar el declive de la economía europea y remediar el grave desempleo que afecta a algunos países.

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