La Provincia - Diario de Las Palmas

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La columna del lector

'Un hombre y una mujer'

Bellísima película de Claude Lelouch, interpretada por Jean-Louis Trintignant y Anouk Aimée (en realidad se escribió el guion de Un homme et une Femme pensando en Romy Schneider, quien declinó la oferta por considerar el argumento como melodramático en exceso, aunque luego se arrepintiera). Sea como fuere, resulta curioso observar las ironías entre la vida y el cine: Romy Schneider luchó sin tregua para quitarse de encima el estigma que, como actriz, le dejara la serie de películas que rodó en las que se narraban historias lacrimógenas acerca de la joven princesa bávara que "por casualidad" como afirmara su suegra, la archiduquesa Sofía de Habsburgo, habría de convertirse en emperatriz y reina de un imperio que se extendía desde Austria hasta Hungría. En la plenitud de su carrera, sin embargo, Luchino Visconti la colocó, otra vez, delante de las cámaras para dar vida a Elisabeth, pero en un retrato nada edulcorado y magistralmente interpretado por la actriz en Ludwig. El cine y la vida tienen mucho en común. Me acuerdo de esta anécdota, precisamente ahora, porque -no en la ficción, sino en la pura y dura realidad- se observan también episodios kafkianos: un hombre, militante de una reaccionaria formación política, se empeñó en acabar con la carrera de una mujer. Y casi lo consigue. Y digo casi porque un hombre -finiquitada su carrera política- tuvo que marcharse por el escándalo de los papeles de Panamá, mientras que una mujer aún tiene por delante un porvenir excelente en política. Y cuando llegue su momento (un hombre no podrá impedirlo), desde la experiencia y competencias que posee, además de su compromiso con una democracia participativa para frenar la corrupción que le ha costado el cargo a un hombre, demostrará una mujer que la democracia es otra cosa muy distinta de los tejemanejes que caracterizan el modus operandi de la reaccionaria formación política a la que pertenece un hombre (un hombre ahora defenestrado). Una mujer volverá. Una mujer triunfará. Una mujer será ministra. Un hombre ha suspendido en España. Un hombre ha suspendido en Canarias. Un hombre suspenderá en Harvard (¿o era Yale?). Resumiendo: de la arrogancia y prepotencia de un hombre -así como de su reaccionario partido, cuyos militantes predican una cosa y hacen en secreto justo lo contrario- estamos los canarios ahítos. Ironías de la vida, como las ironías del cine, que tanto atormentaban a Romy Schneider.

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