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Opinión

La obsesión por un titular

Con sorpresa y algo de tristeza he leído un artículo de D. Antonio González Viéitez en la prensa escrita y en la digital con el título La obsesión por apropiarse del aire. Con sorpresa, digo, por su inmediatez, impropia de quien se suponía que estudiaría y ponderaría los temas antes de hablar de ellos y con tristeza pues es persona por la que antaño sentía gran admiración profesional, concretamente cuando ambos, más jóvenes, trabajábamos para organismos dependientes, aunque distintos, de la Caja Insular de Ahorros.

¡No todo vale Sr. González!

Puede usted disentir del Proyecto del Teleférico de Las Palmas, tanto como guste, documentadamente o desde el desconocimiento, como lo ha hecho, faltaría más, pues unanimidades de opinión, casi solo se dan en las dictaduras, incluidas las de izquierdas de su simpatía. Pero no tiene usted derecho alguno a hacer juicios de valor sobre mi persona, adjudicándome actitudes y posicionamientos que solo existen en su calenturienta imaginación. Su edad y condición, que lamento profundamente, tampoco le autorizan para hacerlo, antes al contrario le deberían aportar algo de mesura en sus gratuitos juicios de valor.

En cuanto a las "obsesiones" que usted gratuitamente me atribuye, lleva usted algo de razón tangencial. Efectivamente, ha sido una obsesión, más bien una forma de vida, mi afán emprendedor empresarial, que he desarrollado en los más variados y diferentes campos de la actividad económica durante los últimos cincuenta años, habiendo colaborado con el granito de arena de mi esfuerzo al desarrollo y bienestar económico de muchas familias en particular y al de Canarias en general. Alguno, quizás usted también, pueda pensar que por tanto pertenezco a la "malvada clase empresarial", que solo busca el lucro personal, y seguiría usted estando en su derecho a creer lo que tenga por más conveniente y yo en el mío de no darles valor a sus opiniones.

Si tiene usted sincero interés, es decir, si le interesa el tema algo más que conseguir un titular sobre este Proyecto, me ofrezco, cuando tenga la posibilidad de atenderme, a explicarle las circunstancias del mismo y ello en reconocimiento de la labor didáctica que ha realizado en sus mejores años. Mientras tanto y dado que usted ha escrito cosas que no son ciertas, por la salud informativa de los lectores a los que se ha dirigido, permítame que le señale los detalles siguientes:

1.- El proyecto no intenta aprovecharse del aire ni del paisaje como usted, con una buena dosis de demagogia, indica. Todo lo contrario, lo que intenta es, precisamente, poner a disposición de los ciudadanos, foráneos o nativos, unas vistas que ahora no le son permitidas, tanto hacia la ciudad y la Isla como hacia el campo volcánico de La Isleta, de la forma menos invasora posible, sin tener que esperar otros cincuenta o cien años a que los estudiosos padres del planeamiento decidan en qué forma se accederá a pie de tierra a la zona, eso sí, sin tocar el campo volcánico. Al mismo tiempo que se intentará hacer una labor divulgadora de las muy interesantes circunstancias geológicas de Gran Canaria, mediante el open air museo y el Centro de Interpretación previstos.

2.- Habla usted de un maltrato al Istmo y a las dos playas de la ciudad. Es el eterno problema de la frivolidad en la crítica cuando se ejerce desde el desconocimiento. En el Istmo irá instalada la Estación Base consistente en un edificio de moderno diseño sobre pilares que permitirá el paso por debajo del mismo, que cumple holgadamente con la normativa urbanística de la zona y que por su calidad, en corto plazo, será un edificio icónico de la ciudad. La mayor parte del cableado pasará por encima de los para entonces existentes Acuario Poema del Mar y talleres de reparación de yates. La playa de las Alcaravaneras queda mucho más atrás, con la Base Naval y parte de la bahía de por medio y la de Las Canteras completamente alejada de la línea, de forma que no se pueden contemplar las cabinas, sino a partir del momento en que están al nivel de la ladera de la montaña. Sinceramente, hay que tener mucha y retorcida imaginación para entender el "irrespetuoso maltrato" a ambas playas, que usted achaca al teleférico.

3.- En lo referente al obligado paso sobre el barrio de La Isleta, ve usted, obviamente, la parte vacía de la botella, utilizando alarmistas términos como: atropello, sufrimiento, riesgos, etc. En unos términos populistas impropios de un profesor universitario. Claro que puede ver usted la mitad vacía de la botella, con el mismo derecho que yo a ver el lado lleno, que supone la puesta en valor de un barrio que en su día se quejó del "muro" de la hoy Carretera de Juan Rejón, que le impedía mostrarse y que ahora se podrá contemplar en su plenitud y conjunto, lo que no deja de ser una puesta en valor del mismo.

4.- Intencionadamente recuerda usted que la Isleta es un Espacio Natural Protegido, queriendo dar a entender que el Proyecto lo va a violentar gravemente.

Evidentemente, usted no ha puesto el pie en la Montaña del Vigía. Para su información, la zona donde se va a instalar la estación superior, el mirador, el museo geológico al aire libre y el pequeño centro de interpretación geológico (similar al del Bentaiga), está ocupada hoy en día por instalaciones militares en desuso. La montaña, tanto la cara que da a la ciudad como el interior del cono volcánico, presenta actualmente un estado de deterioro medioambiental difícilmente superable. Por razones obvias, es para nosotros una prioridad el devolver, con los asesoramientos oportunos, el volcán a su propio estado inicial, respetando naturalmente aquellas instalaciones que con el paso del tiempo han pasado a formar parte de nuestra historia militar.

5.- Nunca le he oído a usted ni a nadie más, comentar sobre alguna iniciativa encaminada a la recuperación ecológica de la montaña El Vigía. Antes al contrario, mis años me han permitido ver cómo se instalaban repetidores de señales de televisión y otras, de importante porte y voluminosas construcciones habitacionales hoy abandonadas a mitad de la ladera, sin que yo recuerde voces discordantes al respecto. No deja de ser curioso, a la vez que triste, que cuando una empresa compatibiliza una actuación mínimamente invasiva con la necesaria limpieza de la montaña (tal como está no se le puede mostrar a nadie), como es este caso, surjan voces como la suya que hasta el momento permanecían calladas ante el despropósito medioambiental en que se encuentra la montaña.

6.- Finalmente, le niega usted a esta empresa el legítimo derecho a recurrir a los Fondos Estructurales Europeos para las iniciativas privadas en Canarias, que alivie en parte la fuerte inversión a realizar. Sabe usted muy bien que los mismos se conceden después del estudio y ponderación de los proyectos oportunos y los importes se entregan a posteriori, previa comprobación de la inversión realizada y los términos de la misma, especialmente los puestos de trabajo.

7.- En relación con el Ministerio de Defensa, está usted seguro que no sería de interés mutuo para él y para la ciudad, el adecentar estas instalaciones, reponer las piezas artilleras de costa y explicarle in situ a la ciudadanía el importante papel desempeñado por estas en la defensa preventiva de la Isla durante la segunda guerra mundial. Con orgullo muestran instalaciones similares ciudades como: A Coruña, Barcelona, La Mola (Menorca), Cádiz, Madrid, Cartagena, etc, etc.

Continúa usted su artículo con unas consideraciones sobre planes urbanísticos que no me conciernen y que creo que debería plantear ante otros interlocutores, en mi opinión, en términos algo menos melancólicos.

Para terminar y dado que según usted la instalación de un teleférico en la ciudad es una actuación aberrante y un error su autorización, permítame citarle solo algunos ejemplos de ciudades que disfrutan de ellos gracias a la visión de futuro de sus clases políticas y dirigentes. La preocupación medioambiental en aquellas es igual o superior a la nuestra y en algunos casos aún más restrictiva. Eso sí, no confunden preocupación medioambiental con "Cofradías del Santo No", de la que usted se declara miembro.

A saber: Barcelona, Madrid, Gibraltar, Cape Town, Funchal, La Paz, Mérida en Venezuela, Zermaat, Chamonix, Kitzbühel, Tromsö, Masada, Bolzano, Chongqing, Lucerna (3), Nueva York, Portland, San Francisco, Titlis, Grindelwald, Londres, Montmartre-París, Berlín (en 2017), Heidelberg, Dubrovnik, etc, etc, y muchísimas más que se pueden ver en la web.

¿Verdaderamente se pueden, con un mínimo de seriedad, considerar aberrantes todas estas instalaciones? Sería interesante preguntarles a los habitantes de estas ciudades cuál es la razón del éxito de estos teleféricos, porque ninguna de ellas se plantea el desmantelamiento de los mismos, al contrario, aumentan y complementan los recorridos ya existentes. También sería interesante preguntarles si sienten que esos teleféricos, que les aportan riqueza turística, amén de capacidad de transporte, les han robado el aire y los paisajes, como pretende hacer creer el Sr. González Viéitez con su titular.

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