La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Miradas

Arpegio

Desde que empezó el Festival de Música de Canarias, hace treinta y dos años, he sido una fiel asistente al mismo. No he faltado a ninguno. La música -que estudié en mi primera juventud- se quedó encerrada en mi mente y en mi corazón para siempre. Pero había otras cosas que también me apasionaban y andaba constantemente con el corazón partío buscando el tiempo para atender a mis múltiples aficiones independientemente de mis estudios formales, aunque procuraba no perderme un buen concierto.

Recuerdo los primeros tiempos del Festival. Auspiciado por un político que todos conocemos y que, más movido por su deseo de compartir con sus conciudadanos un arte que a él le apasiona, el Festival se puso en pie con la ayuda del valiosísimo Rafael Nebot, se enderezó y echó a andar, no sin alguna vacilación ocasional, y se fue afianzando a través de los años hasta alcanzar el gran prestigio de que actualmente goza: conocido en todo el mundo, respetado, admirado y amado por los muchos fieles seguidores que hoy disfrutamos de él, venidos de fuera y de muy lejos.

Todos los años tengo el placer de ver a muchas personas fieles al Festival. La gran mayoría perteneciente a la capa media de nuestra sociedad; nada de millonarios ni aristócratas, que también los hay, pero menos, que disfrutan de la música en plenitud. Recuerdo los primeros conciertos de música contemporánea que hace muchos años fueron recibidos por bastantes asistentes con una ceja para arriba y otra para abajo, hoy se disfrutan verdaderamente y se aplauden con auténtica pasión. Estoy atenta a los jóvenes que abarrotan las localidades más económicas y observo cómo entienden ya la música "seria" y cómo disfrutan de cualquier concierto y la capacidad de discernir sobre quien es un buen intérprete y quien no lo es.

El hecho de que alguien pueda utilizar el Festival con fines políticos me enfada mucho. Sería su fin. El fin de algo que se ha logrado con mucho esfuerzo por parte de muchas personas y con la devoción de un gran número de ciudadanos de estas islas que están siendo más conocidas ya por el Festival que por sus playas.

Me parece muy bien que se quiera dar oportunidades a los artistas de países de Hispanoamérica para que se les conozca mejor y con más facilidad en Europa. Hay muchos y muy buenos, pero tendrían que tener, de momento, otro espacio que también podría ser utilizado por nuestros artistas canarios hasta que les llegue la hora de la verdad. Y no es tan difícil.

Nuestro festival es único y así debe continuar. No hay que tocarlo para nada. Que siga siendo lo que ha sido siempre: un magnífico animal que se alimenta de sus propios éxitos. Que su prestigio aumente, no que disminuya.

Pero desmontar lo que ha costado tantos años y esfuerzo para que un político de turno se monte su chiringuito para seducir a Hispanoamérica y meterla en su rollo, va a ser que no.

Compartir el artículo

stats