La Provincia - Diario de Las Palmas

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Dos veces breve

Bloqueos II y III

El bloqueo de Podemos ante la crisis política es el más fácil de entender. Pocas cosas hay tan disculpables como las dudas sobre la propia personalidad del joven, al que encima el sénior suele acosar preguntándole con mal gusto qué quiere ser de mayor, y canturreando el estribillo "si es que no saben lo que quieren". Podemos ha sufrido, además, su primer gran desengaño amoroso con la masa electoral, después de que ésta le pusiera muy pero que muy caliente, haciéndole soñar incluso con un tálamo en Moncloa tras el asalto al palacio de la casta. Rehacerse de esos fracasos en la adolescencia lleva su tiempo, y, aunque éste al final todo lo cura, entretanto el rechazado se muestra bloqueado y como metido en sí. Lo patriótico sería ayudar a Podemos a recuperar la sonrisa, y hasta a conocer el humor verdadero, que consiste en saber reírse de uno mismo (hacerlo de los demás es siempre fácil).

En el bloqueo del PSOE ante la crisis política hay algo de generacional (vieja guardia versus jóvenes mal clonados), algo de regüeldo de la historia (aquel viejo asunto de las dos almas del PSOE) y algo de parálisis subsecuente al castigo recibido (ya no sabe uno qué hacer para recobrar el amor perdido de la gente), pero todas esas contracturas toman cuerpo en Sánchez, un candidato surgido del frío de un organismo que iba a toda prisa para cadáver, y de quien no se sabe todavía si tendrá en la política un futuro mejor que el que le deparó el baloncesto. ¿Qué piensa Sánchez de las cosas, de la vida, del mundo? El que de política piense en muletillas sería lo de menos. ¿Podemos jugarnos el resto (muy menguado) a esa última carta dejando que Sánchez decida?, se pregunta el PSOE, y no se atreve a decir sí; ignorando que si dice no, o no sabe/no contesta, en cuatro días ya no habrá resto.

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