Las sensaciones no son buenas. Brasil fue justo vencedor. Siempre llevó la batuta, confió en sus opciones y lucharon para manejar el duelo desde la ventaja permanente en el marcador. No hay excusas. España tuvo sus opciones al final pero no supimos aprovechar las oportunidades de oro que se nos presentaron, ni desde el tiro libre ni en la ejecución de una última jugada, a mi juicio, sin las ideas claras. Y en todo esto, como en el resto del encuentro, se percibe una misma sensación: una abrumadora falta de confianza y personalidad.
El descaro, la alegría en el juego, la actitud y la confianza siempre han sido las claves de este juego. El acierto empieza siempre en la personalidad y en la valentía. Así entiendo yo este deporte. Y me inquieta especialmente ver tanta preocupación en estos grandes jugadores. Estos que tantas alegrías nos han dado están ahora con la mirada hundida en el parqué. Veo a los jugadores, al conjunto, sin confianza en lo que hacen, como si anticiparan la derrota. Desde luego ésta no es la actitud de una selección española que nos ha acostumbrado a dominar los marcadores desde la anotación y no con estos paupérrimos 13 puntos del primer cuarto y los 31 del descanso. El grupo está complicado, pero es que jugando así no llegaremos ni al diploma olímpico. Faltan líderes, falta imponer nuestro ritmo y nuestra alegría. Y me preocupan las caras. Me llegan muchos mensajes. ¿Abrines? ¿Calderón? Ahora la prioridad de Scariolo debe ser el carácter ganador, el desparpajo y jugar con el aro como único objetivo.
Aún queda torneo y espero que España recupere el camino de la ambición. Tenemos equipo para eso. Recordemos que fuimos nosotros los que pusimos contra las cuerdas al Dream Team de la NBA en varias ocasiones. Ningún equipo se ha igualado tanto a los americanos. Por eso: actitud y confianza. Hay vida y esperanza. Tenemos grandes jugadores y somos capaces.
