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Papel vegetal

La meritocracia ya no funciona

El llamado por la propaganda sueño americano funcionaba sobre la creencia de que cualquiera podía llegar adonde se lo propusiera con tal de estar dispuesto a hacer los sacrificios necesarios.

A la mayoría de los estadounidenses no parecía importarles demasiado su poca influencia en la marcha del país o el trato de favor dispensado siempre a los ricos con tal de que ellos también pudiesen ir para arriba.

Pero desde que estalló la crisis, los ciudadanos de ese país temen que a sus hijos vaya a irles peor que a ellos mismos y que ya no le será posible al que comienza lavando platos en un restaurante llegar solo por su esfuerzo a millonario.

Así lo reconoce Robert B. Reich, el que fue ministro de Trabajo en el gobierno del presidente Bill Clinton y hoy profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de California, en Berkeley, en declaraciones al semanario Der Spiegel.

Hoy en día, en el país más rico, pero también uno de los más desiguales del mundo, cada vez más gente tiene que trabajar en dos o tres sitios y no logra salir muchas veces de la pobreza.

Como explica Robert Reich en declaraciones a Der Spiegel, "una rica élite, formada por empresas, bancos y millonarios, se vale de su poder para torcer cada vez más en beneficio propio las reglas del capitalismo".

En Estados Unidos, un uno por ciento de los ciudadanos del país controla hasta un 40 por ciento del patrimonio, y si hasta hace poco no se había hecho nada para corregir tales desigualdades es porque el resto encontraba algún tipo de compensación, algo que ya no ocurre, señala el exministro.

En los años sesenta y setenta, las mujeres norteamericanas comenzaron a trabajar y llevaron a casa un segundo salario mientras que a partir de los noventa, hombres y mujeres se vieron obligados a hacer cada vez más horas y sólo conseguían salir adelante a base de endeudarse.

Reich se muestra tremendamente pesimista sobre el futuro del capitalismo si no se corrige la actual tendencia: "Un sistema tan escorado hacia las clases altas no puede durar", afirma.

Para el expolítico demócrata, tanto Estados Unidos como muchos países de Europa tendrán que elegir pronto entre "gobiernos autoritarios" o "reformas democráticas fundamentales que garanticen mayor igualdad".

La lucha ya no será, según Reich, entre "derechas e izquierdas", sino entre los defensores del establishment y las fuerzas que se oponen a él.

Muchos países europeos se mueven también en esa dirección ya que siguen el patrón del capitalismo norteamericano. El "neoliberalismo de impronta estadounidense es una tendencia peligrosa, de la que hay que cuidarse", advierte.

Lo que ha cambiado desde el estallido de la crisis es que antes existía una serie de fuerzas correctoras: había sindicatos potentes, bancos que funcionaban localmente, asociaciones económicas de ámbito regional.

Pero "la lógica del capitalismo en los años ochenta ha destruido esas fuerzas, y hoy lo único que cuenta es el valor para el accionista, que se logra a base de OPA, despidos masivos de personal y reducción de costes, algo que facilita la propia política".

Hoy en día, dice Reich, un tercio del mercado laboral estadounidense lo integran "trabajadores a tiempo parcial, autónomos contra su voluntad y eternos aprendices mal pagados que viven de mes en mes. Pronto la mitad del mercado laboral estará en esa situación.

El problema fundamental es que hay una sobreoferta de fuerza de trabajo en un momento en que cada vez se suprimen más empleos debido al propio desarrollo tecnológico.

La robótica, la inteligencia artificial y la biotecnología avanzan a tal velocidad, señala Reich, que en los próximos veinte años van a desaparecer muchos empleos que ahora desempeña la clase media.

Reich se muestra por otro lado especialmente inquieto por la posibilidad de que el republicano Donald Trump llegue a la Casa Blanca.

"Es un hipócrita megalómano y xenófobo que se dirige precisamente a la gente que ve que el suelo se hunde bajo sus pies. Y es posible que caigan en sus redes", dice.

"La única solución es que (la candidata demócrata) Hillary Clinton se proponga de verdad reducir la influencia de las ricas élites en la política y luche por un reparto más equitativo del bienestar", concluye.

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