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Opinión

Una canasta de todo el equipo

Me gustaría no ser repetitiva y no entrar en algo que ya se ha comentado previamente, pero es inevitable volver a insistir en la trascendencia histórica que tuvo la canasta ganadora de Anna Cruz frente a Turquía. Esos dos puntos han llevado a la selección española de baloncesto femenino a un lugar que nunca había alcanzado antes: una semifinal de los Juegos Olímpicos.

Un gesto de valentía y responsabilidad que para mí tiene más valor que el resultado que podía haber tenido al lanzar. Entró, con un punto de suerte, cierto, pero que no lo es todo. Las que hemos seguido su trayectoria lo sabemos. La gallardía para subir el balón y tirar, no es producto del azar.

Detrás de esa canasta hubieron muchas más cosas. Esos dos puntos fueron el triunfo de todo un grupo. La selección española, pase lo que pase al final, ha conseguido un balance más que positivo durante este torneo. La principal clave que he visto para que hayan podido alcanzar las semifinales del torneo está en la regularidad.

España no ha hecho un torneo de menos o más. Siempre, desde que arrancó la competición, ha sabido mantener el equilibrio. Solo ha perdido un partido, el de Estados Unidos, donde las americanas demostraron su poderío físico. Aún así, es el partido donde menos renta han conseguido llevarse al término de los 40 minutos de partido. Esta regularidad demostrada nos permite soñar.

En este estado de plenitud emocional, con el ánimo alto y un buen baloncesto, por qué no pensar en una medalla. Yo creo que ellas pueden. El grupo, comprometido, con las veteranas tirando del carro, acompañada por la nueva generación, nos pueden brindar una alegría en Río 2016.

Un grupo que ha congeniado a la perfección, pero donde he echado en falta algo más de presencia de las jóvenes, respetando siempre muchísimo las decisiones del seleccionador Lucas Mondelo. Empezando por nuestra Leticia Romero. Que no desistan, porque si sigue así ya tendrá tiempo de ser durante muchísimos años la base titular del combinado nacional. Ahora, tanto ella como Leonor -una trabajadora nata- deben disfrutar y aprender de lo que están viviendo.

Por otro lado, lo que está haciendo Astou Ndour no me sorprende. Ella sí que ha empezado un torneo de menos a más. La conozco, jugué con ella y sé lo que le gusta progresar. Es difícil encontrar jugadoras de su envergadura y, aunque no la buscan mucho en ataque, ella se está haciendo notar en la zona a base de rebotes -ofensivos y defensivos- y canastas tras rechace.

¿Qué podemos esperar hoy ante Serbia? Pues creo que veremos un partido igual de reñido. Ellas tienen más calidad que Turquía y, además, la misma mentalidad: nunca se dan por vencidas. A pesar de ello, España tiene una rotación más amplia y con una intensidad defensiva al 200%, la final estará más cerca. Ellas lo merecen y el baloncesto español también. Entonces, ¿por qué no soñar con una final olímpica?

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