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El callejón del gato

La sonrisa del estío nacional

Tenemos más de treinta músculos en la cara por lo que algunos políticos, actores y una pléyade de personajes en función del cargo o representación que ostenten, podrían presentarse al campeonato mundial de culturismo facial.

Todos, alguna vez, nos hemos mirado al espejo y de manera más o menos intencionada hemos ensayado una sonrisa; unos para conquistar a la persona amada, otros para agradar a su jefe y los más para quedar bien en la foto de turno, ya sea un político o un vendedor de enciclopedias, que viene siendo lo mismo.

Luego está la risa nerviosa del que es pillado in fraganti con las manos en la masa, o el que de forma estruendosa abre la boca y suelta un exabrupto.

Más de uno dice que estamos "al borde del precipicio", puede que lo estemos, pero si lo estamos, ¿de qué se ríen? ¿quizá para que no nos preocupemos? No lo sé, pero me temo que sea lo que entendemos por "risa floja".

Los galenos recomiendan la risa para reforzar nuestro sistema inmunológico; tal vez riéndonos bajemos las listas de espera de la Seguridad Social y no haga falta recortar el estado del bienestar.

El medico francés del siglo XVI Francois Rebeláis, decía: "La risa es propia del hombre" y yo me pregunto, ¿cómo es que hay tantos sujetos por ahí que pueden reírse?

También está la risa burlona, irónica, sarcástica, fútil, patológica y la sardónica que no se la recomiendo a nadie, ya que es la mueca que mostraban los que eran quemados en la hoguera o era arrojados por un precipicio.

Encontramos un suborden: los del "¡ja ja ja!", más natural y que reservamos para los amigos; Los del "¡je je je!" irónico, que es el más común en las Cortes... practiquen y verán que llegan lejos; los del "¡ji ji ji!" inocente por antonomasia; el "¡jo jo jo!" que denota la frecuente sorpresa del Tribunal Constitucional con el asunto catalán y quizá, también cuando el sufrido votante en Euskadi vea encabezar a Arnaldo Otegui y compañía la lista de Bildu a lendakari; el "¡ju ju!" alegre y jovial será el que ayer practicaron en Ciudadanos cuando Rajoy firmó el pliego de exigencias.

Por el momento vamos a sonreír que es una forma suave y silenciosa, como la sensación de alivio tras el peligro.

Todas estas formas, ahora, son utilizadas en los diferentes medios modernos de comunicación escrito, tales como el whatsApp que, acompañadas de emoticonos refuerzan más el contenido del mensaje.

Un payaso al igual que un político verdaderamente bueno sale a escena para sufrir un estrepitoso fracaso, como creo que pronto va a ocurrir, el día treinta, si el PSOE no se aviene a razones.

Esto es maravilloso, pues las carcajadas que provoca son una celebración de nuestras propias fallas; el reconocimiento de que no somos dioses, sino seres humanos. Esa es la función del payaso/político: mover el sentido del voto.

Todos en ocasiones, cuando miramos el panorama nacional , hemos reído de cosas que luego nos han hecho llorar.

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