Cada vez se hace más difícil hablar de la realidad, de las cosas que todo el mundo habla en la calle sin que se te echen encima y te tilden de exagerado, de irreal, de surrealista. Son cada vez más los cerrados de mollera, los totalitarios que se molestan por tus opiniones, porque pienses de forma diferente a ellos. Son individuos encerrados en su propia oscuridad que no te perdonan que seas contrario a sus pensamientos. Leen tus artículos con bastante escepticismo, con retranca, porque para esas personas las cosas son blancas o negras según el color político del momento, de su momento, y no del color de la historia que nos ha tocado vivir. No es que seas sospechoso por hablar de temas graves que nos afectan a todos en estos momentos, sino que hasta lo más trivial que digas podría convertir a un paleto con poder en el más grande inquisidor en pleno siglo XXI, como es el caso de algunos diputados en el Parlamento de España que han sido elegidos como resultado de la conjura de necios que les han votado absorbidos por sus mentiras.

Hay una tendencia generalizada a negar hechos y evidencias. Hay quien se molesta porque diga que la situación política que soporta España desde el 20 de diciembre de 2016 es consecuencia de un proceso de infantilización de la sociedad actual. Las elecciones dejaron un panorama aterrador en el que millones de ciudadanos y políticos desmemoriados de la historia han dejado de estar comprometidos con el bien común para dar su voto a partidos populistas y nacionalistas, movimientos políticos muy peligrosos porque están basados en el odio a alguien. También hay quien se molesta porque diga que el ciudadano Snchz, antiguo concejal de Madrid dirige un partido que bajo su liderazgo ha dejado de ser socialdemócrata para convertirse en un partido populista, no tiene visión de Estado y está distrayendo irresponsablemente a los ciudadanos con chorradas mientras tenemos más de tres millones de parados que alimentan la lista del retraso económico y social y la pobreza en España. Ni puedes decir que quien ha dicho que no necesitamos ejército sea un/a meapilas. Dios nos libre de la invasión de países que nos bordean o de las atrocidades que puedan cometer en nuestro país algún grupo de fanáticos de esos países que quieren destruir la civilización occidental. Por eso, como no soy voz experta para hablar de nada de esto, he preferido hablar de la Tabla Periódica.

Desde la Antigüedad hasta la mitad del siglo XVII, creíamos que la materia consistía de cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. Para 1869 ya conocíamos 63 elementos que el químico ruso Dmitri Mendeleiev ordenó en una tabla basándose en la variación de sus propiedades físico-químicas. En mi época del Instituto ya eran 103 elementos y en la actualidad van por 118. Para aprobar la asignatura de Física y Química teníamos que memorizar más de 50 de esos elementos que, clasificados por sus características atómicas en metales y no metales, se subdividían en monovalentes, divalentes, trivalentes y tetravalentes. Para facilitar la memorización, algunos llegaron a inventarse frases raras con palabras que contenían siglas o letras que guardaban relación con los elementos. Era el caso de la frase "Fuiste CLara BRonceada e Inocente" para recordar los halógenos (flúor, cloro, bromo, iodo). No digamos nada de aquellos que por diversión se inventaron la frase "el THoro PAsó Uno a NePtuno, la PUra Americana CoMía y Bebía Kon CaFé ESpañol y FuMaba MaDera de NOgal LaRgo" para recordar los elementos actínidos (torio, protactinio, uranio, neptunio, plutonio, americio, curio, berkelio, californio, einstenio, fermio, mendelevio, nobelio, laurencio).

En su libro Cuentos Periódicos, Hugh Aldersey-Williams clasifica a los elementos en torno a cinco temas: poder, fuego, arte, belleza y tierra. En el grupo de poder incluye al oro, plata, platino, hierro y a los elementos utilizados en los reactores nucleares. Estos cuentos periódicos descubren anécdotas y curiosidades, como la importancia del plomo en la base de muchas esculturas para que puedan soportar la inclinación que quiere el artista o la belleza de las piedras preciosas, como esmeraldas y rubíes, cuyos colores se deben a la presencia de elementos como el cromo. También relata las frustraciones de muchos químicos cuando fracasaban en sus experimentos; incluso cuando el experimento era un éxito pero se interpretaba como un fallo. Es el caso del clérigo inglés Joseph Priestley, quien en el siglo XVIII aisló el oxígeno pero no lo reconoció como un elemento, siendo este honor para el francés Lavoisier. En su libro póstumo Gratitud, el neurólogo Oliver Sacks evoca su afición a los elementos de la Tabla Periódica para celebrar cumpleaños. Tuvo un cumpleaños talio (elemento 81) y plomo (elemento 82), pero no llegó a su cumpleaños bismuto (elemento 83) al morir a causa de las metástasis de un melanoma que le habían diagnosticado en un ojo varios años antes. El ciudadano Snchz es un elemento rutenio. Por el bien de la socialdemocracia en España y en Europa, es de esperar que antes de su cumpleaños rodio (elemento 45) dejará de ser el líder de un partido que está a punto de destruir. El mundo natural es pura física y química. Buen día y hasta luego.