La serie documental El guerrero más letal (Odisea) compara dos guerreros históricos, analiza sus puntos fuertes y débiles, prueba sus armas y, al fin, los expertos deciden qué pasaría si se enfrentaran. Un ejemplo. ¿Qué pasaría si se enfrentaran el rebelde escocés William Wallace y el jefe tribal zulú Shaka? ¿Qué es más peligroso, el enorme hacha del zulú, o la enorme espada del escocés? El combate tiene inevitables referencias cinéfilas porque William Wallace está asociado a Mel Gibson en Braveheart y es difícil pensar en los zulúes sin que nos venga a la cabeza la película Zulú, en la miles de zulúes se enfrentaron a los invasores británicos. Así, entre el cine de aventuras y los expertos que prueban el hacha zulú con una pierna de buey o clavan el escudo escocés en un maniquí, el combate entre Wallace y Shaka queda reducido a un videojuego que, según el programa informático de El guerrero más letal, terminaría con la victoria del escocés.

Otra cosa es cuando en El guerrero más letal se enfrentan un terrorista del IRA y un talibán. No es lo mismo. Wallace y Shaka tienen la ventaja del tiempo, de forma que el enfrentamiento entre el escocés y el zulú está al nivel del imposible enfrentamiento entre un guerrero homérico y un legionario romano o entre un marine estadounidense y un extraterrestre de Independence Day. Otra cosa es cuando se analiza, con absoluta falta de contextualización y de análisis, el combate entre un miembro del IRA y un talibán. Da un poco de miedo, y roza el mal gusto. Ver a los expertos discutir sobre si las tácticas urbanas y armas de los terroristas del IRA podrían derrotar a las armas y tácticas guerrilleras de los talibanes no puede compararse con el análisis de los defectos y virtudes del hacha zulú y la espada escocesa. Sería necesario establecer un límite histórico, y decidir dónde está ese límite podría ser buena idea para un documental emitido en Odisea. Sin límites, un capítulo de El guerrero más letal podría analizar las mochilas explosivas de los terroristas del Estado Islámico y las bombas que caen sobre Alepo con ingeniosas recreaciones y chispeantes comentarios de los expertos. Y no.