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Opinión

Una sentencia de muerte

Yo no entiendo de estos temas, solo entiendo el dolor que sentía cada vez que, no hace sino dos semanas, mi madre me decía asfixiándose por el líquido que presionaba a los pulmones:

"Malole, yo no sé por qué las asociaciones no salen a la calle. Cómo es posible que los políticos de Fuerteventura no se encabronen. No sé por qué tenemos que vivir nuestra enfermedad rogando ayuda. Y yo ya no me enfado por mí, Malole, sino por todos esos pacientes y familias de Fuerteventura que han sufrido y sufrirán la falta de recursos de la sanidad majorera".

El Hospital de Fuerteventura está en condiciones desastrosas: sucio, a medio acabar, con una obra 12 horas diarias a martillazos junto a la ventana de la habitación donde mi madre pasaba sus últimas horas. Imaginen despedirte de tus hijos y de tu marido mientras un obrero no para de dar martillazos, lo dicho, durante 12 horas, porque hace años que tienen el hospital lleno de parches. El personal era maravilloso, una enfermera incluso le cantaba con todo el cariño del mundo mientras la lavaba con mi madre ya sedada, pero desgraciadamente están cansados de las condiciones en las que tienen que trabajar. Y tengan en cuenta que de su trabajo no dependen nuestras vacaciones o lujos, sino algo tan básico como nuestra salud.

No hay que ser muy inteligente para entenderlo: si tienes solo un oncólogo en una isla con unos cien mil habitantes, el oncólogo tendrá derecho a sus bajas por enfermedad, a sus vacaciones, etc. Cuando eso ocurre, ¿qué haces? ¿le pides al cáncer que deje de correr por el cuerpo del paciente y se detenga hasta que vuelva el único especialista que te molestas en poner en tu plantilla? Además, ¿obligas al especialista a tomar decisiones solo, sin un equipo? Es la decisión más ridícula que he oído en mi vida y me parece de sinvergüenzas que el consejero de Sanidad del Gobierno de Canarias haya decidido en su momento que no hacía falta un segundo oncólogo. Claro, señor, a usted no porque no vive en Fuerteventura y no le afecta directamente

Debería darles vergüenza. No entiendo cómo duermen por las noches, ni cómo son capaces de mirar a los majoreros a la cara.

Estoy harta de leer noticias sobre los mangoneos y las gilipolleces de pactos que quieren hacer los partidos que van a desgobernar, sin que ninguno se preocupe por aquellos que los han llevado a ese sillón. Mi madre iba a morir igual, pero hoy no paro de preguntarme si no habríamos podido disfrutar de ella unos meses más si la sanidad de esta tierra no hubiera sido la más tercermundista de España por culpa de ustedes y su ineptitud, su falta de profesionalidad y su triste falta de eficiencia. Porque no se molestan en poner un buen presupuesto para pagar sueldos atractivos a los especialistas.

Político de turno del Gobierno de Canarias, lee esto: te deseo todo el sufrimiento que están sintiendo estas personas, todo el que sintió mi madre, todo el que ha sentido mi familia; porque no has tenido la decencia de pelear por la sanidad canaria, al menos en esta isla que has abandonado porque no te toca de cerca.

Político de turno del Cabildo de Fuerteventura: a ti te ruego desde aquí que des ese puñetazo en la mesa que mi madre esperaba que dieras. Ten dos cojones, hazlo por el pueblo, por los majoreros que te han elegido para que los representes. Yo no entiendo del sistema político español, pero supongo que puedes hacer algo para despertar a los babiecas que tienen a nuestra sanidad secuestrada. Hazlo por ti.

Sigo en mis trece: el karma nunca falla.

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