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Entre líneas

Ramón Echarren y los 80 años de la Guerra Civil

Hoy 25 de agosto se cumple el segundo aniversario del fallecimiento de D. Ramón Echarren, Obispo que fue de Canarias durante casi tres décadas. Su paso por las Islas dejó profunda huella en lo doctrinal y en lo pastoral. La Diócesis de Canarias, integrada por las islas de Gran Canaria, Fuerteventura, Lanzarote y La Graciosa, isla que nunca dejaba atrás, le debe un recuerdo imperecedero por la buena labor que desarrolló entre nosotros, en esta alejada iglesia local canaria. Aunque algunos consideraron que su destino a Canarias fue un "castigo" por su "batalla" para que la Iglesia española pidiera perdón por la complicidad de la jerarquía en la Guerra Civil y la Dictadura, entendemos que no es del todo acertada esa opinión como sostiene entre otros Juan G Bedoya quien afirma que sus posicionamientos políticos arrinconaron al prestigioso prelado navarro a las Islas, lejos de Madrid y sus influencias.

Esta cuestión personal de Monseñor Echarren se ha puesto de actualidad estos días tras cumplirse el pasado 18 de julio el 80 aniversario del inicio de la Guerra Civil española. Bien es verdad que los planteamientos pastorales, sociológicos e incluso religiosos del obispo navarro diferían de la generalidad del episcopado español de entonces, D. Ramón Echarren se alineó en todo momento con aquella Iglesia progresista y cercana a las personas que lo pasaban mal, institución que estaba dirigida por el cardenal D. Vicente Enrique y Tarancón, arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española. Los puntos de vista de nuestro prelado siempre valientes y comprometidos con los marginados, se enfrentaron a ciertos sectores de una Iglesia española que en ocasiones hizo la "vista gorda" ante lo que hacía o dejaba de hacer el Generalísimo.

Muchos recordamos aquel artículo, muy polémico por cierto, publicado en el diario El País el 26 de octubre de 1997 en el que se preguntaba públicamente "¿Debe pedir perdón la Iglesia por la Guerra Civil?". Por supuesto D. Ramón luchaba contracorriente ya que no pocos miembros de la Jerarquía de entonces sostenían que el golpe militar de 1936 y la propia dictadura franquista fueron justas y necesarias, llegando a considerarlas como una "cruzada". Echarren era de la opinión que tal cruzada había sido un grave pecado contra la sociedad española siguiendo el pensamiento no solo de su amigo y maestro Enrique y Tarancón, sino sobre todo del papa Pablo VI. Tan convencido estaba Echarren de este pensamiento que lo llegó a exponer en una ponencia titulada Iglesia y mundo en la España de hoy en una asamblea conjunta de obispos y sacerdotes celebrada en la capital de España en el mes de septiembre de 1971. Entre otras cosas el obispo fallecido decía que "si decimos que no hemos pecado, hacemos a Dios mentiroso y su palabra ya no está entre nosotros. Así pues, reconocemos humildemente y pedimos perdón porque no supimos a su tiempo ser verdaderos ministros de reconciliación en el seno de nuestro pueblo". De los 137 participantes en aquella asamblea conjunta, 78 dieron su apoyo, insuficiente para que aquella propuesta fuera incorporada a las conclusiones al no contar con el apoyo de los dos tercios de los reunidos.

Según relata el periodista Juan G. Bedoya, Echarren mostró su tristeza por aquel tropiezo y por la no aceptación de su propuesta "cuando se comprueba el interés de muchos de izquierdas o derechas en mantener viva la ruptura de las dos Españas, en conservar el rencor y aumentarlo si es posible". Sentía una profunda tristeza en su alma al comprobar que esta petición suya era denegada de forma sistemática desde Roma en tiempos de Juan Pablo II. Por ello algunos destacados en la Villa y Corte se extrañaran que Ramón Echarren estuviera tanto tiempo en nuestra Diócesis de Canarias, al estar considerado como uno de los obispos mejor preparados de aquella época. No hay que olvidar que Echarren Istúriz era un gran teólogo por la Gregoriana de Roma y un reconocido sociólogo por la Universidad de Lovaina. Lo que son las cosas, D. Ramón había sido promovido como obispo auxiliar de Madrid por el también considerado como ligado al régimen franquista el arzobispo Casimiro Morcillo. Sería posteriormente D. Vicente Enrique y Tarancón, sustituto de Morcillo, quien le convertiría en su mano derecha, en momentos muy complicados cuando los de la extrema derecha y los políticos del régimen les tildaban de "rojos".

Lo cierto es que por encima de estos avatares políticos puntuales, Ramón Echarren se consideró un hombre de la Iglesia y que como ella trató de ser siempre misericordioso, sin ideología política determinada y generoso para con todos poniendo al servicio de la comunidad su preparación intelectual. Siempre tuvo como bandera el mensaje evangélico asumiendo la transición hacia la democracia frente a los que criticaban la Constitución de 1978, la Constitución de la Concordia, al considerarla anticlerical o atea.

Ahora que se invoca la Memoria Histórica para reivindicar el papel de los que dieron su vida por la defensa de la democracia, es tiempo de recordar a un hombre, a un Obispo de la Iglesia católica, que como Tarancón, jamás excluyó a nadie que no pensara como el. Hoy, dos años después de su muerte, la figura de Ramón Echarren sigue ahí muy viva agigantándose como uno de los más conspicuos seguidores de Tarancón, o como alguien ha señalado de los más significados taranconianos.

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