La Provincia - Diario de Las Palmas

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Miradas

Números

Leo con desasosiego que Madrid y Guipúzcoa están a punto de acabar con los números. Vaya sorpresa en unos tiempos en que creíamos que los problemas vienen solo de los pactos para investir a un nuevo presidente que sustituya al que lleva en funciones desde el año pasado. Resulta que igual logramos, no sé por qué vía inimaginable, que los diputados hagan el trabajo para el que se les paga y nos encontramos con que sí, con que ya tenemos presidente, pero van y nos faltan números. Yo tenía como una verdad firme solo las verdades matemáticas y que nos vamos a morir pronto o tarde lo son el que la serie de los números era infinita porque siempre que pensemos en que hay uno que es el último basta con sumarle otro más y crece.

Pero parece que el asunto va de los números del teléfono: poniendo nueve cifras y comenzando por 91 si hablamos de Madrid, o por 943 tratándose de Guipúzcoa, la cantidad de combinaciones es limitada. En ambas provincias se roza ya el colapso. Será que ni siquiera con el auge imparable de los móviles sigue habiendo gente que quiere un teléfono fijo y no es cosa de contrariarles. La solución con la que han dado los técnicos es cambiar el prefijo, dando paso al 81 en la capital. Yo creía que la compañía Ono, cuando existía, usaba el número 8 al principio de sus teléfonos, pero se ve que no sucede así en todas partes. Tampoco veo por qué razón no se usan el 7, o el 6, o cualquier otro número distinto al 9 y al 8 en caso de conflicto; imagino que debe haber razones muy profundas que llevarían a empeorar el tráfico, o a acelerar el calentamiento global, o a ponerle fin a la vida plácida de los diputados en Cortes. Algo parecido debe suceder porque de lo contrario no se entiende ni siquiera que sea noticia el que se terminan los números, habiendo tantos de repuesto. Al menos la cuestión lleva a que se hable de algo que no sea lo de costumbre, circunstancia en verdad digna de aplauso ahora que agosto llega a su fin y volveremos a la vida común con los problemas de siempre agravados porque la otra numeración, la de la sensatez, hace tiempo que quedó detenida por falta de uso. Que resolver el problema de los números de teléfono sea trivial no quiere decir que sea el único conflicto con fácil salida.

Hace unas semanas un diario de Madrid me preguntó qué pensaba del bloqueo en la investidura de presidente y les dije que, a mi entender, era bien fácil resolverlo. Bastaría con que los cabezas de lista de la legislatura fallida no pudiesen repetir en las elecciones siguientes y se tendría un acuerdo para las sesiones de investidura en pocos días. Como es lógico, la propuesta cayó en saco roto. Ahí es nada tener el chollo de unas elecciones permanentes que, como la serie de los números, siempre se les pueda sumar una más sin que suceda nada y permaneciendo igual todo el resto.

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