Los árboles y los jardines son algo más que elementos de ornato vegetal de las ciudades. Son componentes fundamentales de las mismas, como los edificios, las calles y las plazas, partes indisociables de las urbes que, con independencia de que su propiedad sea pública o privada, mejoran la calidad del aire para quienes respiran en ellas y contribuyen al bienestar común. Los abajo firmantes, entidades y ciudadanos en general, observamos con preocupación, que, pese al incremento de la sensibilidad medioambiental y paisajística en las últimas décadas, en Las Palmas de Gran Canaria aún se talan árboles en buen estado de salud que no afectan a la seguridad de las personas y se arrasan hermosos jardines con arraigo en la memoria colectiva. No comprendemos cómo en esta ciudad, cuyo nombre responde a su fundación junto a un palmeral, y que se erige sobre una naturaleza imponente, puedan hacerse todavía intervenciones poco afortunadas que afectan a una de sus mejores cualidades. Es por ello que reclamamos al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria que emprenda una política de protección medioambiental más ambiciosa y que inicie, cuanto antes, la redacción de un catálogo del patrimonio natural de la ciudad, como poseen otras ciudades españolas, que incluya los árboles singulares y los jardines públicos y privados que deben ser objeto del máximo respeto por parte de sus propietarios y del conjunto de la ciudadanía.