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Reflexión

El Bosco, ingenio y paradojas

De forma inesperada viajé a Madrid. La sorpresa la atajé con una nueva visita al museo neoclásico del Prado con sus guardianes permanentes Goya, Murillo y el supremo Velázquez. Las visitas a la exposición del V centenario de la muerte de Jheronimus van Aken, el Bosco son por turnos horarios. A primera hora, al abrir sus puertas me encontré en una cola y después de media hora, subí a la primera planta. Cierto fue que antes de dirigirme a la exposición, visite Las Meninas y las Pinturas Negras, universos narrativos siempre seductores. Espero que se entienda este despiste en una arquitectura que incita a jugar a la pérdida. Relataré mis impresiones.

Luego a la hora programada me dirigí a contemplar la obra de un extraordinario pintor y magnifico dibujante, rico en bocetos de monstruos, entre otros. Un pintor de paradojas, que apenas viajó fuera de su localidad, no firmó la mayoría de sus cuadros, no formó parte de ninguna tradición pictórica flamenca y se apartó de las convenciones artística de su tiempo y de su geografía. Y sobre todo su estilo, original, nutrido de inventiva. Lo que pintaba era parte del saber común de la época no del hombre de la calle pero sí de los que poseían un razonable formación intelectual. Entre codos y pisotón observe su iconografía y las radiografías y reflectologías infrarrojas que revelan detalles internos del soporte y de la pintura no apreciables a simple vista. Quien vaya a visitarla un consejo, que haga previamente ejercicios de aguantar de pie, sin sentarse durante horas, delante de una de las paredes de su casa.

Los tiempos convulsos que vivieron los Países Bajos en la segunda mitad del siglo XVI y también en el siglo XVII tuvieron como consecuencia la dispersión de muchas obras de arte, entre ellas las suyas. El Museo del Prado siempre conservó muchas obras del Bosco que ahora se ha enriquecido con la de otros museos. Su iconografía conserva numerosas criaturas fantásticas -diabólicas muchas veces- que con una intención moralizante, representa las consecuencias del pecado y la locura (folly) concepto amplio que puede incluir la necedad, la maldad y la marginación social. La sexualidad sin freno fluye por los mismas venas de la naturaleza que hace que las posibilidades de la salvación sean mínimas. Su forma de mirar configuraba una manera de ver el paso del hombre por este mundo. Los seres humanos se enfrentan a una doble amenaza, pues no estaba solo en peligro la salvación de las almas, sino también que la propia sociedad les asediaba. Se veían obligados a buscar protección de la fe, la firmeza moral y la prudencia, y como ultimo recurso su capacidad de resistencia a la tentación. Su creación de un lenguaje visual muy prolijo que bebió en las fuentes de la cultura popular pero dirigida al consumo de la clase media urbana y la aristocracia.

El Bosco es un artista visionario, propenso a imaginar, pero no en el sentido más común del que crea cosas quiméricas. El pintor de s-Hertogenbosch, lejos de ser un crédulo, es fundamentalmente un escéptico condenado a no poder ya creer; es más: denuncia el carácter quimérico e ilusorio de lo que solemos tener por más sólido y real, y si acentúa el realismo de sus figuraciones fantásticas, lo hace para desrealizar la realidad ordinaria que su imaginación desmonta pieza a pieza y combina luego sin otra lógica que la del absurdo. El genio visionario del Bosco: en su poder de visualización, en su capacidad para dar forma a lo que carece de ella, para decir lo indecible o hacer figura de ese abismo ocultante y devorador, de ese intangible hueco. Si las cosas llegan al ser cuando alcanzan su forma, cuando se imponen un límite, el no ser solo se puede presentir en el transvase metamórfico de estas formas o límites. En el Bosco el abismo parece recorrer el surco abierto por el fluir interno de la vida de las formas. El dinamismo proteico que como savia penetra y vivifica sus criaturas imaginarias, las vuelve inconsistentes en extremo, aunque asombrosamente vivas. Meta-morphe significa lo que está más allá de la forma, del límite: esto es, lo que trasciende las finitas concreciones del ser o de la vida hacia lo desmesurado, hacia el Misterio gris que reconocemos como alteridad radical.

Por primera vez en una pintura y de manera totalmente original, el Bosco dispuso en el centro del tríptico, entre el paraíso y el infierno, un carro de heno para mostrar cómo el hombre de cualquier clase social, en su afán por dejarse llevar por el goce de los sentidos y el deseo de adquirir bienes materiales, se deja engañar por los demonios que lo conducen al infierno. Toda la obra del Bosco tiene un tono y un mensaje muy moralista destinado a primera vista a "reformar" a su publico, pero a la vez codifica sus invenciones de tal manera que produce un hermetismo que nos lleva a pensar que es más bien una forma elegante de pervivir en su época, que va más allá de la defensa de la moral católica de la época y de los valores de la burguesía, para formar parte de una gran sátira y herejía hábilmente expresada. Un pintor quinientos años después por descifrar y descubrir.

(*) Profesor titular de Psiquiatría ULL

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