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Opinión

Un antes y un después excepcional

Han pasado nada menos que veinticinco años desde que Rafael Cabrera diera sus primeros golpes en el recorrido del Real Club de Golf de Las Palmas, en Bandama. Así nos lo recordaba él mismo en las instalaciones de la entidad decana, a las que se acercó este pasado sábado para entrenar con Emilio Perera, el profesor que lo lanzó al estrellato. Y con él, con Rafa, compartimos allí -previamente y a pie de campo- primero una entrevista personal y luego, poco más tarde, el largo rato donde yo pasé a ejercer como un simple espectador durante su sesión de entrenamiento en el tee de práctica.

En cuanto a lo de sus primeros golpes de su carrera deportiva, tengo que decir que me resultó particularmente emocionante los mutuos recuerdos dirigidos a evocar las primeras crónicas periodísticas que de su persona y de su juego publiqué en las páginas -al completo- que cada lunes se ofrecían en el Diario de Las Palmas. Páginas en las que Rafa conquistaba -por sus propios méritos- el que ya entonces se le calificara como la más firme promesa del golf de Canarias.

Pero insisto -y por imperativos del momento- lo cierto fue que acto seguido a este encuentro personal, nuestro olímpico y Ryder dio todo un recital de golpes en su sesión de práctica. De modo que de forma sucesiva se valió de los hierros 6 y 8 -y más tarde del drive- para desvelar la perfección de su swing dentro del 100% de sus golpes. A tal efecto ponía las bolas donde él mismo quería y en las distancias que él previamente cantaba. Algo sencillamente impresionante para quienes -como el que esto escribe- se ha pasado toda una vida, primero como jugador infantil-juvenil, y luego como notario y periodista del calendario de torneos que cada año tienen lugar en la entidad más antigua de España.

Lo cierto fue que Rafa, como siempre y con un comportamiento exquisito- tanto en lo personal como en lo deportivo- nos hizo pasar una mañana inolvidable. Y visto lo visto, me hizo entender en sus justas dimensiones los motivos por los cuales ha intervenido en catorce de los majors, además de las razones de ser de su presencia olímpica y de su próxima participación como miembro del equipo de Europa que se enfrentará al de Estados Unidos dentro de la Copa Ryder. Y a todas esas y volviendo atrás dentro de sus inicios, esta mañana sabatina de paso nos llevó a memorizar en silencio su impresionante palmarés como amateur y, ya más tarde, sus brillantes actuaciones en los torneos del Tour Europeo de la PGA.

En definitiva, lo cierto es que este pasado sábado vivimos una mañana emotiva con Rafael Cabrera Bello. Una mañana que no se nos borrará de nuestra memoria. Insisto que han pasado veinticinco años y hoy, como ayer, conjugamos lo personal y periodístico con el mismo interés que lo hacíamos respecto de su persona hace ya veinticinco años.

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