La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Reflexión

De atalayas, bicicletas y mantas

Las Palmas: la ciudad donde nací, donde he vivido toda mi vida, salvo algunos periodos de estudios, trabajos y viajes. Según la universidad de Cornell, la nuestra es la ciudad con el mejor clima del mundo para vivir. En opinión de bastantes amigos extranjeros, la ciudad para retirarse a pesar de algunas deficiencias. Pero, ¿qué ciudad no las tiene? Y no es que sea un consuelo. De las muchas que he visto, prácticamente todas tenían su "cuarto de las cachuchas". Todo debe ser mejorado en lo posible. No será la más bella, aunque para mí lo sea, pero sí que está entre las más agradables que he conocido. Y he conocido unas cuantas. Nuestra situación, a pesar de la cercanía a uno de los desiertos más despiadados de la Tierra, nos permite disfrutar de un clima ideal gracias al sonoro Atlántico que, además de acariciarnos con los alisios, nos regala música y colores hasta decir basta. Por ello la sensación de aislamiento queda compensada. Y si necesitamos ampliar nuestra visión del mundo, con desplegar nuestras propias alas con la ayuda de la tecnología, está hecho. De momento no hay problema porque todavía hay medios, aunque podríamos llegar a tener dificultades dada la afluencia de visitantes que sigue creciendo. Y la que se nos avecina si empeora la situación en Oriente Medio. En esto la previsión juega un papel importante y no hay que dormirse al respecto.

Las Palmas hay que verla desde los "miradores" de Escaleritas, Schamann, El Risco, y pasando el Guiniguada hacia el Sur, desde la Catedral y los altos de San José. Pero eso sí, mirando al mar, porque si miras en la dirección contraria la decepción puede ser mayúscula, dado que la "postal" es verdaderamente decepcionante: edificios que se descuelgan sin orden ni concierto, sin un diseño previo aceptable, que las diferentes alcaldías de todo credo y durante muchos años han permitido, en apariencia, mirando hacia otro lado, han dejado como resultado unos paisajes que parecen que hubiera habido una competición para ver quién lo hacía peor. Se esperaba que los altos edificios de Primero de Mayo sirvieran de cortina "tapa errores", pero no funcionó. Agravó el asunto. ¿Quién podría desfacer estos entuertos? Seguro que en algún sitio habrá una mente brillante que conciba un buen plan. Barato no será, seguro, pero la ciudad podría ganar mucho, los ciudadanos y los turistas también.

Por otro lado, estoy cansada de transitar por las aceras de mi ciudad, donde he estado a punto de ser atropellada en dos ocasiones por ciclistas que circulan por las mismas sin importarles un comino si atropellan a alguien o no. Tengo entendido, no sé si es cierto o no, que a los ciclistas no se les exige ningún permiso para circular con sus bicicletas ni por las calles ni por las aceras.

Las bicicletas han proliferado por muchas razones: la gente quiere hacer más ejercicio, algunos se ahorran el dinero de la guagua (en la ciudad baja, claro), los extranjeros vienen acostumbrados por el uso en sus países y creen que nosotros también y aquí se les "facilita" el alquiler y la creencia de que pueden ir por donde les apetezca. Pues, no señor, mimemos al turismo pero no les permitamos lo que nosotros no tenemos permitido, supuestamente.

Mi última queja se relaciona con los manteros en la avenida de Las Canteras. Hace unos días fui a dar mi paseo por la avenida. Me encuentro que una señora extranjera tenía una manta camera llena de mercancía tendida en el paseo, que en ese momento estaba abarrotado de gente, y malamente se podía pasear. Me dirigí a uno de los policías que en aquel momento dialogaba con la vendedora, y le hablé de lo inapropiado de aquella tienda improvisada y me dijo que fuera a poner una denuncia a la comisaría del Puerto. En aquel momento me era imposible por razones que no vienen al caso, pero ayer volví y me encontré con un tinglado parecido. Todo un banco estaba ocupado por los fardos de mercancía de la misma persona, ubicados de forma que nadie pudiera sentarse en él. ¿Hasta cuándo? Hasta que se llene la avenida y nadie pueda ir a pasear tranquilo. Hay que recordar que en la Península están teniendo graves problemas con este tema. ¿Vamos a esperar a que ya no podamos resolverlo? Los ciudadanos de Las Palmas no pagan sus impuestos para que los espacios de la ciudad sean ocupados por manteros o por terrazas para fumadores, que yo sepa.

Cuidemos nuestra ciudad, pero sin maltratar ni mermar los derechos de sus ciudadanos y así hacerla más hospitalaria a sus visitantes.

Compartir el artículo

stats