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Inventario de perplejidades

Técnicas de golpe de estado

Todo se perfecciona, hasta la técnica de los golpes de estado. En el pasado reciente los golpes de estado se hacían sacando a las tropas de los cuarteles para ocupar los centros de poder y detener a los máximos dirigentes. Al que se oponía se le fusilaba inmediatamente y en el mejor de los casos se le enviaba a prisión por una temporada hasta que se les refrescasen las ideas. Solían ser rápidos, expeditivos y eficientes, excepto en España, donde en un caso degeneró en una guerra civil de tres años y en una larga dictadura militar, y en otro, en una fugaz ocupación del Congreso de los Diputados por una tropilla heterogénea al mando de un teniente coronel de la Guardia Civil. Pero los tiempos han cambiado, los métodos de control social, gracias al dominio abrumador de los medios, se han perfeccionado, y excepto en países atrasados ya no hace falta recurrir a la fuerza para imponerse o hacer los cambios que convengan a la élite. Ahí tenemos, como ejemplo más reciente, lo ocurrido en Brasil, que es el quinto país del mundo por población (200 millones de habitantes) y una de las potencias económicas en claro auge. Allí se dio el caso de que la presidenta Dilma Rouseff fuese sometida a un procedimiento revocatorio por haber supuestamente autorizado unas desviaciones presupuestarias para maquillar el déficit.

El procedimiento revocatorio está reservado para casos de extrema gravedad en la conducta del máximo dirigente de la nación, pero en este caso se forzó la interpretación de la ley para utilizarla como arma contra la señora Rousseff sin tener en cuenta que el maquillaje de los presupuestos es una técnica que emplean la mayor parte de los gobiernos de los países civilizados sin que nadie se rasgue las vestiduras por ello. Concretamente, en España, el Gobierno del señor Rajoy hizo lo propio y fue llamado al orden por la Unión Europea aunque luego se le perdonó la multa en razón del delicado proceso electoral que estamos viviendo. Y no he visto todavía ningún partido, ni medio de comunicación, ni tertulia más o menos excitada en la que se haya solicitado para el señor Rajoy el inicio de un proceso parecido para apartarlo del poder. El calificativo de "golpe de estado" para aludir a la destitución de Rouseff por el senado brasileño no es exagerado y el mismo papa Francisco lo ha descrito como un "día triste". El proceso fue largo y doloroso y a lo largo de él fracasaron todos los intentos para implicar a la señora Rouseff en casos de corrupción hasta que se encontró la vía de forzar la interpretación de la ley respecto de las modificaciones presupuestarias para destituirla. Curiosamente, algunos de los que votaron en contra de ella sí están implicados en ellos. El asunto todavía tendrá un largo recorrido, porque la expresidenta ha recurrido al Tribunal Supremo y no resultó inhabilitada para ocupar cargos públicos, lo que revela la escasa entidad jurídica de las imputaciones. El último golpe de estado en Brasil tuvo lugar en 1964 y en aquella ocasión Dilma Roussef se unió a la guerrilla para combatir al régimen militar. Estuvo dos años en la cárcel y fue torturada. No sé si esto le habrá dolido menos que aquello.

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