Unas conocidas de Langreo, conocidas entre ellas, dicen que se reúnen seis primeros viernes de mes del año a comer en un restaurante de Madrid. Ninguna vive ahora en Langreo, y solo una en Madrid, Raimunda González del Altamirano. El resto, por ahí dispersas, hasta hay una que vive en Valencia, circunstancia que imprime carácter, sin duda. La que vive en Madrid, Raimunda, suele pedirme consejo para elegir restaurante, pues dice que nunca quieren repetir, si pueden. Para ello, quedamos a mediados del mes antecedente a la comida en la coctelería Del Diego, en la calle de la Reina, de nueve a diez y media de la noche, ni más ni menos tiempo. Empezamos con un par de old fashioned por cabeza lo cual despeja la elección del tipo de comida y la modalidad del menú. Después, y para seguir una cierta coherencia con los destilados, nos pasamos al manhatan, sin número fijo de consumiciones, y empieza la elección de verdad. Al final, tras una tensa discusión, la cosa acaba en una hoja de mi libreta con tres nombres y breve comentario de cada uno de ellos. La hoja la recibe Raimunda con mirada torva, cierto desprecio de clase y hastío, la guarda en su cartera Loewe la cual a su vez también guarda en un bolso de la misma marca, y se va, previa petición telefónica de taxi, siempre utiliza el mismo -o es lo que ella se cree- un Mercedes impoluto. Jamás he sabido si han comido en alguno de los restaurantes que les he recomendado; de hecho, en cada lista, se repiten con frecuencia los nombres. Tampoco sé muy bien si la comida se celebra de verdad cada dos meses o no se celebra nunca. El caso es que Raimunda tiene un pretexto para salir de su círculo habitual de amistades y conocimientos, y, aunque solo sea cada dos meses, puede presumir de que ella sí discute con uno de los que quieren "cargarse todo" y "acabar con ellos" Eso me lo contó un día que se pasó con los manhatans. La verdad es que me pareció demasiado tópica su presunción, entre otras cosas porque no hablamos de política, o a lo peor sí, sin que yo sea consciente. En cualquier caso, siempre acabo la refriega gastronómica con la misma invocación, "qué diría Vázquez Montalbán de todo lo que está pasando." Y ella me responde con una cita de Manolo, de "El hombre de mi vida", la penúltima aventura de Carvalho: "los pobres del mundo son pobres pero no son tontos y ya saben que los ricos del mundo necesitan asesinos."