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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

El escaño como enfermedad

La ventisca que no galerna que levanta los manteles del PP y deja al aire sus vergüenzas acaba de cobrarse una pieza de caza mayor, nada menos que una testa de 1976, añada de la cosecha AP. Rita Barberá, seguida muy de cerca por el Supremo por presunto blanqueo de capitales, deja la formación política para no perjudicar a los candidatos populares de las elecciones gallegas y vascas, pero no renuncia a su escaño de senadora. La verdad es que se trata, aunque suene largo, de un empitonamiento en toda regla a la democracia, además de una evidencia rotunda y nefasta del título de propiedad del que hacen gala, un día sí y otro no, esas máquinas dedicadas a desvirtuar el voto ciudadano que son los partidos. Resistir a la presión judicial con los privilegios que le otorga su condición de senadora constituye una desfachatez. Pero aún lo es más adueñarse del escaño, y como consecuencia de ello que los ciudadanos que le dieron el voto tengan que soportar ahora la sospecha de una imputación en breve. La presunción de inocencia que esgrime Barberá no puede estar, como da a entender, por encima del ejercicio democrático. Ella es una candidata, y se debe a unas condiciones, que no son otras que las del régimen ético: no el que ella se invente o le venga mejor, sino él que exigen los españoles tras vivir en carne propia el gran expolio de la corrupción. La verdad es que ya resulta molesto, por decirlo de una manera suave, pagar sueldos públicos a elementos que han encontrado su refugio en el escaño a falta de cualquier otra alternativa. Los aparatos de los partidos viven una transición en sus hábitos, entre ellos la propensión a convertir las listas en auténticos abrevaderos. Queremos creer que el caso de Rita Barberá, a la que se le ha dado cobijo en el Senado, viene a ser una lenteja negra en un mar de legumbres blancas. Permitir que siga en la desacreditada cámara alta es reincidir y reincidir en posiciones que los ciudadanos ya no entienden. Es el momento de frenarla en seco.

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