La Provincia - Diario de Las Palmas

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Opinión

El hombre tranquilo

El baloncesto que pudimos disfrutar a finales de los años 80 y principios de los 90 primero con el CB Claret Las Palmas y más tarde con el CB Gran Canaria SAD fue un baloncesto de ascensos y descensos, pero también supuso un tiempo en el que poder disfrutar de jugadores que dejaron su impronta en la cancha de la Avenida Marítima. Y no solo lo hicieron con sus buenas condiciones técnicas y por las sensaciones que transmitían en cada partido, sino también por desprender admiración y cariño hacia los aficionados que acudían al CID a ver las evoluciones de su equipo.

Muchos son los jugadores extranjeros que nos llegan a la memoria (Willie Jones, Tom Scheffler, Roberts, Vandiver, Hopkins, Morton, Deon Thomas, etc...) cuando hablamos de los comienzos del CB Claret en la élite baloncestística. Y entre todos ellos siempre destacó el nombre de Greg Stewart, Gregorio, como cariñosamente se le conocía en los mentideros deportivos de la Isla.

Greg, con sus 2.04 de estatura y elegido en la cuarta ronda del draft de 1982 por los Boston Celtics (puesto 92), no fue un cinco portento físicamente, pero sí un pívot listo como pocos. Supo plasmar en la cancha sus enormes virtudes en cuanto a fundamentos técnicos cerca del aro para superar a adversarios de mayores condiciones físicas. Sus movimientos de espaldas a canasta con bote eran imparables, movimientos realizados con agilidad y rapidez que hacían saltar siempre a su defensor en busca de un balón que nunca encontraba. De sobresaliente también fue su tiro a media distancia, que obligaba muchas veces a su defensor a abandonar su posición debajo del aro o que, tras fintar al rival, le permitía penetrar a canasta.

En las muchas horas que pasé en el CID siempre pensé que el baloncesto que exhibía Greg era seguramente el que absorbió en su barrio neoyorquino del Bronx para más tarde plasmarlo en el parqué y en la calle, que de ésta sabía un rato.

Greg, que llegó a la Isla tras su paso por el Joventut de Badalona, vistió la camiseta del CB Gran Canaria desde la temporadas 1986-87 a la 1991-92. Sin salir de la Isla y del Archipiélago, siguió disfrutando del baloncesto en Segunda División y en Liga EBA con equipos como el Mitsubishi Telde, Caleta de Fuste (coincidió con Juanra Marrero) y CB Las Palmas. Mis últimos recuerdos me llevan a verlo jugar los 3x3 Sprite, un circuito provincial que en su momento estuvo de moda en la capital grancanaria y en los municipios de la Isla a finales de la década de los 90 y en la primera del 2000. Siempre fue una gozada verle disfrutar del baloncesto callejero, el baloncesto con el que más cómodo se sentía, sin perder su estilo de juego y su sonrisa afable.

Gregorio, un tipo grande y tranquilo que siempre dejó huella dentro y fuera de la cancha. Como lo que es, uno de los nuestros, también se merece que su camiseta con el número 11 luzca en el lugar de los elegidos por todo lo que ha significado para el baloncesto de la Isla.

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