La Provincia - Diario de Las Palmas

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Opinión

La función del cortometraje

La creciente banalización a la que está siendo sometido el mundo del cortometraje tras la profusión incontrolada de certámenes especializados a lo largo y lo ancho del país es un hecho ampliamente contrastado hasta por los propios cortometrajistas, que ven con cierta impotencia cómo sus obras se diluyen sin remedio en medio de un alud de producciones del más variado pelaje, cohabitando, sin orden ni concierto, títulos en muchos casos de un amateurismo sonrojante, como muchos de los que ha podido visionar este comentarista a lo largo de su dilatada y fatigosa trayectoria como jurado de festivales, junto a otros de una calidad artística y de una originalidad inobjetables. El hecho de que, en el año 2015, se hayan contabilizado en España más de 100 citas cinematográficas con este formato da una idea lo suficientemente clara de la dimensión real que ha adquirido este curioso fenómeno en todos los rincones de nuestra geografía.

Es cierto que no existe un solo festival en el mundo que reúna en su programa solo obras maestras.

Eso, de producirse, entraría de lleno en el terreno de las quimeras. Pero lo que sí es posible, sin embargo, es aplicar con rigor y coherencia ciertos criterios selectivos que nos alejen del bochornoso panorama que ofrecen a menudo las programaciones de muchos certámenes cinematográficos nacionales de la especialidad en su empecinado propósito de mezclar continuamente churros con merinas.

Hay en nuestro país acreditadas excepciones, como Alcalá de Henares, Huesca, Medina del Campo, Bilbao o Girona, cuya manifiesta capacidad para hilvanar cada año -algunos llevan más de 40- una programación jugosa, arriesgada e imaginativa los convierte en auténticos modelos de gestión para cualquier iniciativa que pueda surgir en este campo. Sea como fuere, ahí están sus brillantes historiales para demostrar cómo se pueden hacer bien las cosas y cómo no deben de hacerse nunca si lo que realmente se pretende es privilegiar el arte cinematográfico por encima de cualquier componenda.

Por eso, armar una muestra de estas características y en medio de un ámbito tan competitivo, no es tarea baladí, siempre que se pretenda afrontar, claro está, utilizando los mimbres apropiados para no quedarte en el intento, como parece que lleva haciendo, desde el año 2012, el cineasta tinerfeño José Cabrera como máximo responsable del Tenerife Shorts. Un encuentro cinematográfico sobrio, modesto y sin más pretensiones que dar testimonio de las nuevas corrientes del cine de arte de nuestro tiempo, pero que persevera, no obstante, en su propósito de explorar las vías más innovadoras que se están abriendo paso en el terreno del cortometraje desde la implantación en el mercado de las nuevas tecnologías digitales.

El cine está cambiando sus paradigmas, como se hace evidente cada año en encuentros cinematográficos tan cercanos al público canario y tan arraigados en las claves de la modernidad como El Festivalito, Miradas Doc, Las Palmas o Ibértigo, parientes cercanos, en muchos aspectos, de Tenerife Shorts y alejados, por fortuna, de esa miríada de festivales espurios que se prodigan por doquier con la complicidad manifiesta de las propias administraciones públicas, cuyo olfato cultural no alcanza en muchos casos la necesaria capacidad para saber en qué fogones se cuece la autenticidad y donde se fragua el fraude.

Pues bien, el pasado domingo se clausuró la cuarta edición de este joven festival tras la proyección de más de cuarenta cortos, de corte experimental en su mayoría, procedentes de más de 20 países y con la esperanza de poder alcanzar, sin las serias dificultades financieras que ha arrastrado el festival desde su nacimiento, su quinto año de vida en 2017. Es obvio que sin un apoyo más generoso de las administraciones públicas y la implicación decidida de los medios de comunicación el proyecto no sobrevivirá y la Comunidad canaria, que no está precisamente sobrada de eventos de este calado, debería ser la primera interesada en evitar otra posible hecatombe cultural de las muchas que jalonan la historia más reciente de nuestro país.

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