La situación de desgobierno que vive España es el mejor caldo de cultivo para incrementar la temida desafección política. El clamor de "no nos representan" y el "que no les paguen el sueldo hasta que pacten" es el resultado de investiduras fallidas y bloqueos tácticos que pasarán factura tras casi un año en funciones. El grito "que se vayan todos", surgido en su día entre los piqueteros de Argentina y que llegó a la Puerta del Sol con los indignados, se ha multiplicado con una intensidad inusitada. De celebrarse nuevas elecciones, la participación caería a cotas históricas por culpa del desánimo generalizado. La solución, nunca fácil, podría pasar por aplicar a pies juntillas lo que promulgaba para el quehacer diario el malogrado poeta Mario Benedetti en unas de sus asertivas frases. El escritor uruguayo defendía que en la vida se debe evitar tres figuras geométricas: los círculos viciosos (no podemos seguir sin consenso en este país, sería de locos). Este apasionado del fútbol abogaba también por eludir las mentes cuadradas (desterrar la cerrazón de los dirigentes políticos es ineludible). Por último, el autor charrúa apostaba por alejarse de los triángulos amorosos (una coalición PP-PSOE debe imponerse para ganar estabilidad de una vez por todas). Puras políticas geométricas.
