La Provincia - Diario de Las Palmas

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Reflexión

No dar patadón, asociarse y recuperar el acento

Cuando regreso a Gran Canaria, siempre voy a caminar por el paseo de Las Canteras, es como si necesitara buscar un referente. Un día de mayo, a media tarde, con un fuerte viento, me encontré con Quique Setién. Al saludarle se mostró muy amable, transmitiendo una serenidad propia de aquel que se relaciona sin miedo. Realmente, le estaba muy agradecido por devolverme los recuerdos de la infancia, cuando acompañaba a mi padre al Estadio Insular y gozaba del fútbol con él. Sin embargo, en estos tiempos, y cada vez más, me sitúo en relación al fútbol en la hipótesis: percibir el fútbol como una mercancía que produce una plusvalía, siendo primordial su organización y gestión, así como la formación y el trabajo del grupo. Por eso, ofrecer un buen producto, para obtener un buen resultado, expresión del éxito, tiene relación con muchos de los componentes de esta escala. Durante algo más de una década sufrimos una crisis en fútbol porque en cada uno de los niveles de esta escala no llegamos a reunir y articular los ingredientes exigidos. Este equipo ha recupe-rado su acento canario, sus señas de antaño, que siempre le valió la consideración internacional, y se ha respetado su historia. Leyendo las entrevistas a Quique Setién, Guardiola y Mourihno, he rastreado lo común de las claves que debería reu-nir un grupo para obtener buen resulta-do. El fútbol se me presenta como una mera excusa.

Una de las señas de identidad del buen resultado es el alto nivel técnico y fisico de sus trabajadores, en este caso, una élite deportiva. Ese grupo o empresa debe disponer de una plantilla con alto nivel, amplia -ajustada a las reglas del mercado- con buenos empleados, e incluso los recambios deben estar puestos al día para cuando sean necesarios. Buenos empleados para obtener lo mejor de cada uno según sus capacidades y saber combinarlos con conocimiento de sus habilidades, en función de los objetivos y del potencial del contrario. Un buen manejo de la cantera -de los más jóvenes- para ayudarles y darles oportunidades sin miedo alguno cuando sea el momento. Los trabajadores tendrán que asimilar los conceptos para lograr el producto competitivo: la claridad táctica y la brillantez de sus conceptos dentro y fuera de la cancha. Para ello la confianza actúa como el aceite que engrasa todas las relaciones. El compromiso con la afición -con los clientes- lleva a que el equipo se esfuerce, corra y juegue bien, para que ésta se sienta orgullosa del trabajo mostrado en el campo. Al final, los espectadores -los clientes- van a ver un espectáculo, lo que no quieren es que les engañen, pueden aceptar que juegues mal pero odian cuando puedes hacer un esfuerzo y no lo haces. Didier Drogba lo tenía muy claro, al hablar de Mourihno: "Yo sé jugar al fútbol. Lo que me ha enseñado ha sido a jugar en equipo, algo completamente distinto. Y es por eso que no importa donde esté, porque siempre va a conseguir tener éxito". A tus colegas los conoces cuando están cerca, contigo.

El jugador utiliza su cuerpo como herramienta de trabajo, el descanso y la alimentación. Conservar el físico en el mejor estado posible es una condición necesaria y exigible. Que los jugadores descansen en sus casas sería lo adecuado, de hecho, la gente antes de ir a su trabajo no permanece un día encerrada en un hotel, y además, deben alimentarse bien, como los demás trabajadores, es lo deseable. La gasolina que va al músculo es fundamental. Tratar de que la vida normal sea la misma porque, si no descansan, si no se cuidan, van a jugar peor y perderán su empleo. Juzgar a los jugadores por su trabajo, no por su vida privada. Los estilos del entrenador son otra variable a considerar y son diversos para obtener los buenos resultados, y no digamos, su comportamiento ante los medios de comunicación, unos más elegantes, corteses, y humildes, otros, más pasionales y con gran afán de superación. Ambos estilos, eso si, con férreos valores y tácticas diferentes -que representan mane- ras de afrontar la vida- frente a la publicidad -guerra psi

cológica- de la competencia o rival que también suele tener sus medios preferidos y sus más que influencias.

El trabajador debe comprender y entender lo que se quiere y busca, y qué papel le corresponde a cada uno en el grupo, asumiéndolo con dignidad. Al salir al campo, deben transmitir que gozan y sufren -como todos- debiendo asociarse a sus compañeros como un guerrero en su tribu, y vivir las cosas como si estuvieran jugando en el colegio o en la calle, recuperando esa ilusión de la infancia y la juventud que le iluminó para elegir esta profesión. Hacer lo mismo en el campo que hacían en las calles: defender, atacar y ayudar. Si disfrutas con lo que haces, será buena señal y todo resultará más fácil. Mejor la polivalencia en el mercado competitivo de hoy. La derrota te debe importar como cuando tu mejor amigo te ganaba y te daba rabia. Cuando algo no sale debe ser revisado. La disposición a aprender es la mejor cura para mantener la humildad. Quique Setien lo tiene claro: "Recuperar el orden, el centro del tablero, como en el ajedrez, para poder verlo todo. Pero de las cosas que más ayudan en el fútbol y en la vida es tener más pausa. Hay que darles más vueltas a las cosas. En el ajedrez, también es importante anticipar lo que puede pasar diez movimientos después, y en el fútbol -y en más ámbitos- es importante tomar decisiones de cara al futuro". Ahora sí, tendrás que saber que hay otros que serán mejores que tú. Si el día que juguemos con los mejores, ellos están inspirados, dará igual lo que hagamos. Pero habrás hecho lo que tenías que hacer.

Como decía Josep Guardiola recientemente al explicar la clave de los buenos resultados: "Intentamos utilizar el sentido común".

(*) Profesor titular de Psiquiatría ULL

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