Cuando al final de la tercera temporada Claire Underwood (la espectacular Robin Wright) anuncia a su marido, y presidente de los Estados Unidos, que lo deja tirado en plena campaña por la nominación, intuimos que el papel protagonista de la mujer en la Casa Blanca iba a ir a más en la factoría televisiva. House of Cards nos atrapó con su drama de política-ficción, aunque con el paso de episodios en la cuarta entrega se hizo muy evidente. Veremos la quinta, y final.
Pero aunque llegó después a España, Veep fue anterior a las crueles peripecias del matrimonio Underwood y es bastante más atrevida y crítica. Creada por Armando Iannucci, director muy conocido por su ácida sátira (In the loop), la divertida Julia Louis-Dreyfus en el papel de Selina Meyer, la vicepresidenta divorciada del imperio de Occidente, hace muy humana la trama, con escenas delirantes entre ella, su jefa de gabinete Amy Brookheimer y su leal ayudante personal Tony Hale. Sobre todo por su relación con los lobbistas que rondan el Capitolio para hacer con el sillón del Despacho Oval. Brillantes resultan también los diálogos con su problemática hija.
La madrugada del lunes consiguió por segundo año consecutivo coronarse en la fiesta de los Emmy como la mejor comedia de la televisión de Estados Unidos (Louis-Dreyfus también fue premiada como mejor actriz en comedia). Cuando la producción de HBO deje de ser exclusiva de la plataforma Yomvi (va por la quinta temporada), y se vea en la cada vez más popular Netflix, los seguidores de Veep se van a multiplicar.
